miércoles, enero 26, 2011
Álex de la Iglesia ha dimitido.
Vaya.
Me desconcierta.
Prefería simplificarlo a la manera bizantina pero este accidente lo complica todo aún más.
Las dimisiones son algo heroico.
Me encantaría dimitir algunas veces
en el trabajo, especialmente en 2º F,
en casa, especialmente cuando la nena llora porque no quiere dormir la siesta,
frente al escritorio, especialmente delante de esa página.
Dimitir.
Decir ahí os quedáis, imbéciles, y girar sobre los talones como un actor.
Pero no se puede, claro.
Es un privilegio poder dimitir, tener el recurso o el colchón necesario para que amortigüe el golpe.
Bien, Álex, no importa los motivos, prefiero no seguir leyendo el artículo.
Imagino que no dimites por los motivos que yo quisiera que lo hicieras sino justo por los contrarios pero qué más da.
Me quedo con el gesto y el fundido en negro.
lunes, enero 24, 2011
Aunque sea por bastardías, lo conseguisteis.
Suspiramos de alivio los que en una alcancía con forma de cerdito guardamos nuestros derechos de autor a recaudo de los internautas.
Soy un tipo sin criterio alguno, hoy mismo pensaba que Olmos me había convencido de todo lo contrario, su sintética argumentación me vence.
Exacto, sin criterio.
Es decir, al ritmo de los tiempos.
Sinde, Álex, qué alivio, ¿eh?
domingo, enero 23, 2011
El umbral del dolor
Los médicos te dicen: de cero a diez cuánto te duele.
A este tío le han partido la cara.
La sociedad dice que eso le duele diez.
A este otro también le han zurrado. Otro diez, sin duda.
Es jodido que te partan la cara.
Tú sales del trabajo o de un panadería, viene un tío al que no conoces de nada y te zumba, pum, al suelo.
La sangre es tan desagradable, tu camisa se empapa, nunca habías tenido la nariz tan cerca de las losas de la calle que ahora te parecen tan ásperas y tan sucias, ¿cómo es posible que no las limpien concienzudamente por si algo como esto le ocurre a un ciudadano normal? Ahora te levantarás con la ropa hecha un desastre, y pensar que hay gente que duerme aquí encima todas las noches, lo más un plástico o con suerte un aislante de acampada que cogió antes de irse de casa.
Es muy jodido.
Luego el hospital, el médico MIR que te cose con poco tino, y llamar por teléfono y contarlo y la denuncia en la comisaría, buf.
Por suerte, prietas las filas se cuadran todas las instituciones,
partidos políticos
sindicatos
asociaciones
corporaciones
comunidades
diputaciones
ayuntamientos
portavoces
radios
televisiones
periódicos
portales web
todos, es fantástico comprobar lo bien que funciona una sociedad articulada como la nuestra.
Porque no hay derecho a que tú vayas tan tranquilo por la calle sin hacerle nada a nadie y venga un tipo ofuscado
o probablemente enfermo
un radical
o incluso un okupa
una especie de nazi
y te parta la cara.
En 2010 murieron 85 mujeres, y tres en enero de 2011.
A golpes.
A tiros.
A puñaladas.
Mujeres a las que, probablemente, antes le partieron la cara y les fueron preparando con la lentitud de las hojas del calendario el lecho mortuorio que sería el suelo de terrazo de su habitación o el mármol del portal de su casa o la tapicería de su coche.
También ellas recibieron la solidaridad de todas las instituciones partidos políticossindicatosasociacionescorporacionescomunidadesdiputacionesayuntamientosportavoces
radiostelevisionesperiódicosportales web
Si el médico pregunta cuánto duele dices cinco o seis, tal vez siete.
La violencia machista es gravísimo problema social sobre el que toooodos estamos muy concienciados.
Una lacra. Exacto, ésa es la palabra precisa. Cuando se le quiere dar importancia a un asunto que no tiene solución se dice que es una lacra. La droga es una lacra, por ejemplo.
Todas esas mujeres asesinadas recibieron la lágrima y la solidaridad de la sociedad en su conjunto
una vez que estaban muertas
sobre la tapicería del coche,
sobre el terrazo de su habitación,
sobre el mármol del portal de su casa.
Ya sé que es pura demagogia lo mío, a punto estoy de decir algo sobre los guardaespaldas de los cargos públicos.
Será que me siento muy nazi hoy.
Muy.
miércoles, enero 19, 2011
Protección de la propiedad intelectual
Subí a la tarima, hablé, sonó la música y luego subió ella.
Yo di las gracias y dije algo vago sobre la cultura libre y el miedo, refiriéndome a la clarividencia de Amador Fernández-Savater, editor de Acuarela, que ya enlacé en la entrada anterior.
Ella habló sobre el universo de lo público y contra wikileaks.
Estaba cabreada. Lo de wikileaks se le escapó, creo.
En la sala del Círculo había muchos escritores y editores. Pequeños editores independientes.
Cuando digo independientes quiero decir, básicamente, equilibristas.
Ninguno miraba a Sinde con simpatía. Supongo que, además de por motivos racionales, porque cualquier ministro siempre resulta antipático. Quiero decir, para alguien que escribe, dibuja o piensa todos los ministros y autoridades (policías, médicos, curas y profesores) resultan antipáticos.
Hay antagonismos de clase.
Prejuicios.
Por cierto, entre los premiados había seis hombres y una mujer. No sé si a Sinde le incomodó eso; es posible, porque dijo que se sentía muy feliz de que hubiera una mujer.
Si hubiera dos habría dado saltitos.
Si hubiera tres habría silbado con los dedos.
Si cuatro o cinco habría desplegado banderolas y lanzado confeti, habría cantado por Janis Joplin. Un dato: González Sinde es coguionista de Mentiras y gordas.
Esto es Mentiras y gordas:
Y ésta es una sinopsis de la película:
"Un grupo de jóvenes se prepara para lo que va a ser el verano de su vida, entre secretos, mentiras, sexo, confusión, noche y fiesta. No son conscientes que en ese viaje iniciático una vez comenzado no se puede echar marcha atrás, que las mentiras se van haciendo cada vez más grandes y que amar significa hacer daño."
Firmado: Ángeles González Sinde.
Esto me lleva a hablar de las subvenciones.
Álex de la Iglesia recibe subvenciones.
Santiago Segura recibe subvenciones.
Las películas de González Sinde reciben subvenciones, el cheque sale del bolsillo izquierdo y entra en el derecho.
Las subvenciones sirven para hacer películas buenas, porque hacer buenas películas es muy caro: las explosiones, las pelucas, el maquillaje, la cinta aislante, todo eso es muy caro.
Gracias a las subvenciones y a la financiación del ICO se hacen películas como ésta:
Llenas de valores humanos.
Yo no recibo subvenciones.
No sé si los editores, pero creo que tampoco.
Yo recibo 90 céntimos por cada libro.
Una cerveza: 1,20.
Un café: 1.
Un libro: 0,90
Pero yo no necesito subvenciones.
Ni derechos de autor.
Todos mis derechos de autor me los gasté en la fiesta de presentación.
Resulta que tengo un trabajo.
Uno más o menos aburrido, más o menos esforzado.
Y por suerte cobro puntualmente cada mes, y dos veces al año, paga extra.
Es genial.
Subvenciones debería ser una palabra derivada de vencer. Vencer sin que se note.
Ah, claro, pero para escribir sólo hacen falta papel y lápiz.
Para rodar una película, en cambio, hace falta un montón de cosas.
Como a Holden Caulfield, me gustaría decir que por eso odio el cine.
Pero no es verdad. Me encanta el cine, el otro día vi en Antena 3 una de Nicolas Cage que era pura propaganda de la iglesia de la cienciología y me fascinó.
Soy un cinéfilo, en serio.
Pero ocurre que me entra un terrible dolor de bolsillo cuando, antes de que la película empiece, arranca el carrusel de sellos institucionales que la blasonan. Porque resulta que pago la peli dos veces: la primera me la descuentan de la nómina, 18% de IRPF; la segunda, en la taquilla. Miento, son tres: la tercera cuando pago el canon digital. Miento, cuatro: la cuarta cuando pago el ADSL más caro de Europa.
Por suerte, recientemente he conseguido liberarme de uno de esos gravámenes: desde que nació Elena ya no voy al cine. Si veo otra de Nicolas Cage acabaré convirtiéndome a la cienciología y donando todo mi patrimonio, incluidos los derechos de autor, a Tom Cruise.
Soy un ingrato y un mentiroso.
Sí que recibo subvenciones.
Los de RNE me pagaron el billete a Madrid y el hotel, y me dieron de beber y de comer.
Yo también mamo de la ubre pública.
Sobre la tarima del Círculo, Sinde dijo que esa vaca es sagrada y rebosa de abundancia para todos nosotros. Nosotros, los del Círculo. Los otros no. Nosotros somos creadores de contenidos, adalides del librepensamiento. ¡Cultura, cultura, joder! Ya está bien de videojuegos, granhermano y hostias.
No, por más que lo intento no me sale el tono de Malherido, lástima.
Al día siguiente, en el aeropuerto, los dioses de la meteorología me conceden el privilegio de que mi vuelo sea cancelado y, por tanto, pueda pasar cinco horas sentado en el Medas donde los cruasanes son de anteayer y cuestan tres euros, esto es, tres libros y 80 páginas.
Compro el periódico, 1,20. El País, así soy de cínico.
Sección Vida y Artes.
Subsección Cultura.
Páginas 39 y 20.
Tres recortes:
-Noticia: La ley Sinde entra en punto muerto.
-Noticia: Bautista propone un plan para vender mejor la SGAE.
-Artículo: El adversario es otro, firmado por Ángeles González Sinde, ministra de cultura y guionista de Mentiras y gordas.
Os recuerdo la peli:
Gloso: el artículo de Sinde comienza citando la licencia de impresión del Quijote como argumento en defensa de la necesidad, ya en el XVII, de una protección pública de los derechos de autor. Pero, muy pronto, apenas en el segundo párrafo, ocurre el desliz fatal: “fue la piratería la que empujó a Cervantes a escribir la segunda parte de la novela.”
Agh.
Sinde, espera, relee lo que has escrito antes de grabarlo en el USB que también gravaste con el canon digital.
Agh, fatalidad.
La ministra se refiere al conocido caso del Quijote de Avellaneda, falsa segunda parte de las andanzas hidalguescas que tanto enfureció a Cervantes.
Colijo: sin Avellaneda no habría Quijote 2.
Ergo,
no existiría el proceso de sanchificación y quijotización inversa que nos enseñaron en la facultad.
Ergo,
tampoco habrían existido los capítulos donde Sancho se transmuta en gobernador de la ínsula Barataria.
La segunda parte del Quijote es la buena. La primera, salvo por el discurso de las letras y las armas, es una comedia de Buster Keaton, piel de plátano y bofetada.
Ergo,
sin Avellaneda, esto es, sin softonic, emule, seriesyonkis, etcétera, Cervantes habría seguido escribiendo horribles entremeses y comedias espantosas como El cerco de Numancia. O peor aún, habría tenido tiempo para terminar Los trabajos de Persiles y Sigismunda, o incluso lanzarse a una continuación de La Galatea.
Avellaneda, muchacho, gracias.
Sin ti no había institutos Cervantes en Budapest, en Oslo, en Tokio.
César Antonio de Molina no habría llegado a ministro.
Borges no habría escrito Pierre Menard.
Y yo tendría un hueco horrible en el temario de 1º de Bachillerato.
Avellaneda, muchacho, en todos los institutos Cervantes del orbe (cristaleras tan europeas, perfiles de acero, moqueta) debería brillar una foto tuya.
Cito:
“Esa ley que popularmente se conoce con el apellido de mi abuela no tiene por objeto ni controlar ni detener el progreso de la Red.”
“Cada vez menos gente podrá dedicarse profesionalmente [a la cultura] y nos veremos abocados a un menú monofágico.”
Me gusta mucho lo de menú monofágico.
¿Esta chica se alimentaba de un menú monofágico en Mentiras y gordas?
Termina el artículo de Sinde con: “más democracia, más voces y más justicia.”
Imposible rebatir eso.
Quién diría “menos democracia, menos voces y menos justicia.”
Es lo bueno de este tipo de afirmaciones: sucede como en los monolitos o las columnas romanas, una vez que están ahí no hay manera de moverlas.
Y en la página siguiente de El País, Teddy Bautista.
Teddy, qué nombre de osito.
El periodista que firma la noticia, Íker Seisdedos, le tiene ojeriza al pobre Teddy, del que nos recuerda cruelmente que fue el líder de Los Canarios. Véase:
La SGAE, dice Teddy, es bondadosa. Por las dudas ha redactado un decálogo de intenciones benéficas (por qué diez, por qué no nueve u once, ah, pero los decálogos son tan chulos). Y por fin, la creatividad entre líneas, el giro fabuloso del lenguaje en un pleonasmo soberbio, nunca oído, un juego de palabras que sonrojaría a Sterne. Teddy dice: “nuestra mala fama es una leyenda urbana.”
“Nuestra mala fama es una leyenda urbana.”
“Nuestra mala fama es una leyenda urbana.”
¿Y yo? ¿Cuál es mi punto de vista sobre todo esto?
¿Defiendo la propiedad o el fluido libre?
No sé, sólo una idea: en la facultad los fanzines se fotocopiaban. Vivan los fanzines. Tal vez Uribe tenga la clave.
Pero el problema de la autoedición es que para que la cosa funcione tienes que tener muchos amigos, ser muy sociable. Y yo soy bastante arisco, cuido poco a mis amigos, llamar por teléfono me resulta tan penoso.
-Pero, tío, ¿cuál es tu punto de vista sobre la ley Sinde?
Ah, ¿no lo he dicho?
Me gusta eso de “la ley tiene el apellido de mi abuela”, me parece muy tierno aunque me desconcierta, ¿por qué no el apellido de su madre?, ¿qué pasó con mami?
La ley Sinde: no.
Internet alambrado: no, suficiente vigilancia hay, véase el caso de wikileaks , Assange acusado de follarse a una mujer dormida.
Derechos de autor: lo que se pueda.
Dedicarse profesionalmente a la cultura: ni de broma, significaría la obligación de fabricar ideas extraordinarias continuamente, y nadie las tiene, salvo Baroja, desconfío de los escritores demasiado prolíficos, es bueno escribir poco, especialmente para la mayoría de los escritores que no son genios monstruosos.
Por otra parte, nunca como ahora se ha leído tanto, se ha escuchado tanta música, se ha visto tanto cine, se han escrito tantos poemas. Nunca, en ningún otro tiempo ni geografía.
Y nunca fue más sencillo escribir y publicar (no digo editar, sino hacerlo público), grabar un disco en el ordenador de casa (mis alumnos lo hacen), rodar un corto.
Industria cultural: otro pleonasmo. Los yanquis son más certeros y la llaman industria del entretenimiento.
En eso consiste.
En entretener.
Entretener el drama diario.
Incluso con fotocopias.
Cuando yo escribo tengo la sensación de desprenderme de algo.
No de apropiarme.
Eso es.
domingo, enero 16, 2011
Y además, esto, que me hizo reír.
Una risa de las que hacen daño.
lunes, enero 10, 2011
domingo, enero 09, 2011
sábado, enero 08, 2011
No quiero que engorde allá donde esté porque hasta el long más denso tiene un límite, pero me relamo leyendo esta entrada que transmite pura honestidad.
Y yo hago un pacto conmigo para contagiarme de su actitud, lo prometo.
Y también está, por otra parte, la capacidad de decir lo que a mí tanto me cuesta sintetizar porque enseguida me sale el brote anarquista y me dan ganas de dejarlo todo apestando a gasolina. Uribe, sin embargo, razona por los dos y sus hipérboles a mí me parecen dogma.
El bueno de Nán, al que me da vergüenza darle las gracias por leer a Lecu y Magui con ojos tan atentos y tan amables, lo decía en su hueco berlinesco de otra forma igual de certera.
Cuando la mierda está en pleno proceso de producción industrial y desde un lado y otro no se reparten más que hostias y engaños, es bueno encontrar dos asideros de honestidad donde sujetarse.
Honestidad. Tal vez la única ética que debería quedar en pie. Porque ser honesto no es lo mismo que ser bueno. A veces ser honesto es escupirle a alguien directamente en el cristal de sus gafas Rayban.
viernes, enero 07, 2011
domingo, enero 02, 2011
El Terror y la Plaga
Kiko Argüello, hoy mismo.