domingo, octubre 24, 2010

Aún colgado de la historia de Bolaño. El poema es muy conocido, pero no me resisto a ponerlo:

"Rechazos de Anagrama, Grijalbo, Planeta, con toda seguridad
también de Alfaguara, Mondadori. Un no de Muchnik,
Seix Barral, Destino… Todas las editoriales… Todos los
lectores…
Todos los gerentes de ventas…
Bajo el puente, mientras llueve, una oportunidad de oro
para verme a mí mismo:
como una culebra en el Polo Norte, pero escribiendo.
Escribiendo poesía en el país de los imbéciles.
Escribiendo con mi hijo en las rodillas.
Escribiendo hasta que cae la noche
con un estruendo de los mil demonios.
Los demonios que han de llevarme al infierno,
pero escribiendo."

viernes, octubre 22, 2010


Ayer vi un documental sobre Bolaño.
Me estremeció su historia, tan pura, tan normal.
No es mi escritor favorito, lo que he leído de él lo he peleado,
generalmente
me causan cierto rechazo las novelas que hablan de escritores, bohemia, mundo literario, no me gustan la metaliteratura ni el metalenguaje,
generalmente
no me gusta que aparezcan escritores ni asesinatos en las novelas,
son dos caminos tan transitados,
generalmente
tampoco me gustan las películas del oeste, tengo severos prejuicios estéticos que a veces me impiden disfrutar de ciertas cosas,
pero Bolaño tiene poco que ver con eso.
Lo que supe ayer de Bolaño y no sabía, quiero decir.
En su historia hay pureza, honestidad, se hablaba mucho de honestidad ahí abajo.
Volveré a leer a Bolaño tratando de pasar por encima de todo lo que no me gusta.

lunes, octubre 18, 2010



Nach y Miguel Hernández.
La poesía de MH me alcanzó cuando estudiaba en el instituto, en aquella edición de Cátedra.
La poesía de Nach se ha materializado muchas veces en las clases que imparto, supongo que he usurpado un tanto sus derechos de autor, nunca fui muy respetuoso con eso igual que espero que no lo sean conmigo, nada me gustaría más que encontrar fotocopiadas algunas de las hojas que escribo. Siguiendo con lo de abajo, tal vez una de las claves para escribir honesto sea garantizar por otros medios que los derechos de autor no te alimentan.
Ahora Nach y MH se juntan, casual, sobre un pupitre. Si para eso sirven efemérides y centenarios, vivan.
Y también ahora me acuerdo mucho, mucho de mis alumnos del curso pasado, que recitaban tan dulce a MH cuando tocaba ser dulce, y tan áspero cuando áspero.
Seguro que ellos ya conocen este trabajo de Nach.
Y seguro que reconocieron los versos entrelazados, y sonrieron.
Ellos saben muy bien que la sensibilidad que atesoran los salva del resto.
Lo que no saben es cuánto los añoro.

jueves, octubre 14, 2010

Al principio
escribir era fácil, era muy fácil. Bastaba con dormir un poco menos, fingirte triste, sentir un odio profundo o un melancólico afecto, la clave estaba en hundirse y flotar sobre las hojas, casi siempre a mano.
Luego
te dijeron que así no valía, que era preciso albergar una idea, un proyecto, no se puede escribir a ciegas como un adolescente, piensa un poco.
Y entonces
hiciste planes, estrategias, ya no buscabas palabras sino estructuras asombrosas.
Pero resultó
que los proyectos se desmoronaban, las estrategias eran envolventes, vilmente dejaste que la autocompasión medrara dentro de ti, quisiste dejarlo todo
si el último intento también se atasca.
Y sucedió que por algún motivo raro funcionó.
Dijiste de nuevo
escribir es fácil, publicar era lo difícil,
ahora todo será diferente porque el viento mueve mi camisa.
Y después tocó morder y olvidarse, y sonreír a lo nuevo sin pensar en nada, repetir muchas veces el mantra de ahí arriba, convencerte de ello.
Hoy
al fin
comprendes que publicar puede ser muy sencillo,
las librerías rebosan de novedades,
y que lo difícil,
lo realmente difícil,
lo que hace que tus pies cuelguen en el vacío
como los zapatos de una niña
es escribir.
Escribir honesto, sin pulsar cada tecla imaginando la gáramond.

Confío, me prometo, me juro a mí mismo
que cuando se agote recogeré mis cosas y limpiamente diré adiós.
Por suerte la pequeña no deja de decirme que nada de esto tiene mucha importancia, aprendió pronto la diminuta doctrina.

domingo, octubre 03, 2010




Día raro de teléfono, periódicos y correo.
Esto llega por azar o casi, y sería tonto no agarrarse cuando te roza la nariz.
Me hace gracia ver la lista, todos en fila con sus brillantes apellidos y en medio un par de seres anónimos a los que sólo leyeron algunos cientos.
Pero no puedo permitirme ser tan escéptico.
Estoy feliz, muy feliz y perplejo. En mi casa hay libros de Alberto Olmos y de Pola Oloixarac, me gustan, los leo y los aprecio.
Basta con eso.
Y por cierto:
gracias.