viernes, mayo 27, 2011

Y este domingo
me llevo los guiñoles a la feria del libro de Madrid.
En la caseta de Lengua de Trapo, a eso de las doce.

lunes, mayo 23, 2011

Como todo el mundo,
tengo muchas cosas que decir sobre el asunto 15M, acampadas, utopías, distopías, Islandia y etcétera.
Me aguanto las ganas de escribir una especie de artículo en torno a esto, temo el círculo de vaguedades y perezas que me saldría. Con mi naturaleza ingenua y mitopoética, no lograría contener el entusiasmo infantil que me produce, y seguro que dentro de dos o tres semanas me sonrojaría por haber dicho lo que dije.
Admiro a los que lo ven desde el escepticismo, la nariz arrugada como delante de un cubo de mierda que todos llevan debajo del brazo en lugar una cesta de manzanas.
Los que no se fían, los que saben que no encaja en la condición humana la construcción de ningún tipo de hermandad ni verdad elevada.
Los que con el lápiz afilado aguardan a que alguno de los portavoces del ¿movimiento? se exceda en soberbia y protagonismo para decir cosas como circo mediático, burbuja internauta.
Yo, por desgracia, carezco de una opinión tan certera y formada.
Me falta tiempo para pensar en esto, me faltan ideas.
Sospecho, claro.
Conocí el pufo del altermundismo, estuve, recuerdo cómo terminó todo.
Pero lo siento, no me sale.
No me sale ser tan aguafiestas.
Tan intelectualmente agudo y desconfiado.
Qué quieren, soy un blando, una cartulina y un rotulador me conmueven.

jueves, mayo 19, 2011


Este sábado, en la feria de Sevilla, quiero decir, la del libro, podéis jugar al pim pam pum con Magui y Lecu, caseta de la librería siglo XXI, nº 45, a las 12h. También estarán Rosito, Robe, el Pequeño y todos los demás, recién salidos de la caja, limpitos y bien peinados esta vez. Incluso los franceses de la furgoneta, la desaparecida Alice Frost y el resto de guiñoles de Rosas, restos de alas, que quedó reluciente con el nuevo envoltorio.

domingo, mayo 15, 2011

Apunté estas cosas para el blog de Lengua de Trapo. Creo que ahora es el momento de que aparezcan por aquí.

"Rosas, restos de alas son cien páginas de viaje, memoria y brecha.
Cien escritas en el filo, pensando en no terminar ninguna, casi convencido de que nadie, quiero decir,
NADIE
iba a leer ni siquiera hasta la nueve.
Luego vinieron otras páginas y otros personajes, metido en los zapatos de un optimista con viento a favor. Se escribe mejor, mucho mejor y más caliente cuando sabes que habrá un lector al final del proceso. Así fue Nada es crucial, con dudas e inseguridades pero sin la misma desolación que en Rosas. Cobijo.
No hay que ser llorica cuando se escribe, ya. Hace unos días tuve la suerte de sentarme junto al Quince por Quince Rafael Reig, que decía algo así como “si vas a escribir sobre la novia que te dejó, mejor no escribas.”
De acuerdo.
Muy de acuerdo.
Pero resuelta que mi pobrecita Rosas cuenta la historia de un tipo al que le deja la novia y a partir de ahí no le encaja la camisa y decide
meter todas sus cosas en el coche,
dejar el trabajo,
cruzar una frontera próxima,
surfear el Atlántico bravo,
leer a Goytisolo.

Reig, perdóname, tú narras como nadie y enlazas y arremetes y zumbas al Enemigo, me hiciste reír y cabrear en la justa medida con tu Todo está perdonado, tan oración atributiva y maximalista que encaja en el reverso de Nada es crucial; perdóname, pero yo también escribo sobre uno al que lo dejó la novia, fíjate qué simpleza. Como tengo algo de sofista, se me ocurre una linda teoría acerca del valor existencial de ese testimonio, el malestar –ejem- de la cultura y la espiral del malentendido según el antipsiquiatra Ronald Laing, blablá.
Pero no. No justifico. Fundamentalmente, Rosas es un desamor.
No es novela social.
No es novela de codo ni reflexión.
Es palabra y mucha lírica, sí.
Lírica y tono.
Y también surf.
Surf espiritual.
Y a lo mejor resulta que sí es novela social porque vuelven los descampados, los ochenta severos en incluso los filis, que son como neocristianos en boceto.
Hay adolescentes, hay bronca, hay escapismo.
No quiero ser grandilocuente, pero lo cierto es que escribí Rosas, restos de alas casi convencido de que no escribiría nada más. Y escribí por decantación, además, en papel secante que absorbiera y miniaturizara una novela fallida anterior y muchas ideas y proyectos huérfanos. Después sucedió que acudieron los lectores, mágicamente. Y todo lo demás.
Y a partir de ese momento ya no importaba si surf o novias reticentes o chavales perdidos. Rosas ya no me pertenecía, fluía como las izquierdas en el Cabo de San Vicente, lentas y ordenadas como líneas de tipógrafo, rompiendo palmo a palmo sobre el arrecife.
Ahora Lengua de Trapo la reedita, y yo le lavo la cara, enderezo algún estropicio y relleno lo que le falta con otros cuentos y experimentos. Va. "