jueves, febrero 15, 2007

miniaturas

Sopla en siete direcciones desde hace semanas. Mar pequeño y revuelto.

Huraño, después de surfear las olas más perras y feas de la bahía, recuerdo esas cremalleras de Laredo que te partían en dos.

Desde la orilla parecían de azucar glasé, pero la espuma te cegaba como un spray antivioladores.

3 comentarios:

Lara dijo...

Aquí, sin embargo, el único movimiento es la luz. Y da vértigo.

NáN dijo...

Siempre estás solo.
Hermoso y fuerte y solo.
De espaldas caminando en el monte por una pequeña carretera que el bosque parece a punto de comerse.
Como puntos en las olas.
Saliendo del mar, muy lejos.

Porque siempre estás solo, pero no. Porque siempre está quien te vigila, te cuida, te mira y te hace la foto.

Eres afortunado, aunque posiblementge todavía no lo sepas (porque no la has perdido, la fortuna).

Huraño, como un dandy con lamparones... sé de alguien a quien se le aplica mejor.

Además de afortunado, creo que vas a ser mi mejor intérprete de Sterne. Contigo va a ser deSternillante. Como si fueras una encarnación de la novela. Así que sécate, lee un par de páginas más y nos las comentas donde tú sabes.

Un compañero de playa.

Anónimo dijo...

Cierto. Muy afortunado. De poder estar solo cuando conviene. Y de no estarlo.
Un abrazo.