Hoy he escrito un par de páginas, un par de buenas páginas, no de apuntes ni de notas sino de páginas insertas donde deben, de ésas que abren brecha y permiten que otras se deslicen.
No serán muy bellas ni climáticas pero son útiles para lo suyo, yo me entiendo.
Si fuera posible escribir dos páginas cada día, bastaría con un mes para poder descansar y permitirme escribir otras sin orden, tomar notas, apuntar alguna idea.
Pero sé que no voy a escribir mañana ni pasado mañana, y puede que tenga que demorarme una semana hasta que tenga tiempo para releer ese par de páginas y recordar cómo sigue, cómo debe seguir.
Todo es un estorbo.
La historia –los personajes, el asunto, lo que sea- ya está ahí, torpe y arisca, quizá una engañifa, no sé; está, en cualquier caso, sólo tiene que salir, no es un acto de creación sino de propulsión lo que falta. Pero falta.
Virginia Woolf decía que para escribir hace falta una renta de no sé cuántas libras y una habitación propia. Seguro que cuando decía habitación pensaba en un bonito lugar entarimado y orientado al sol, con un buen escritorio y una mecedora y una ventana de dos hojas que da a un bosque de tilos, en la esquina humea un leño; una habitación amplia y despejada que doblaría el tamaño de mi casa.
Virginia Woolf hablaba de lo que falta para escribir, y a mí me angustia todo lo que sobra.
Sobra la televisión, encendida y apagada, espejo negro.
Sobra mi calculado horario de lunes a viernes, con sus rutinas y obligaciones impuestas, madrugar, hacer la compra, cocinar, llenar el depósito, nadar, ir (otra vez) al médico.
Sobran las tres comidas nutritivas y bien elaboradas, la higiene y la colada y lo que decidí no hacer.
Sobran todos mis pensamientos restantes que no se dirigen a la escritura sino a lo que realmente me da la gana.
Sobre esta estúpida psicoterapia.
Sólo necesitaría, en su lugar, un mes. Un mes sin esos excedentes. Así despacharía pronto y limpio este asunto que me ronda, lo dejaría lindo y con lazo por si alguien pica, y podría dedicarme entonces a lo que realmente no me provoca tanta angustia, como los libros que no leo, los amigos a los que no visito, las tardes que no paso al sol, el bebé que aún no existe.
lunes, noviembre 24, 2008
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8 comentarios:
Vete.
Corre!
Vete.
(tu final, tu párrafo final, lo hago mío)
Hoy has empezado el día soñoliento, te has duchado, un beso rápido - no, de hecho, creo que ha sido más bien un adiós veloz a través de la puerta del baño -, diez minutos de coche - recién robado, por cierto -, una hora de clase, cinco minutos de holas, cómotevas, hastaluegos y adioses, diez minutos de vuelta en coche y horas, muchas horas, de escritura.
Más tarde, cena con los amigos.
Además, mañana no habrá soñolencia, quizás ni ducha, tampoco clases o rápidos saludos por los pasillos. No habrá coche. Mañana sólo escritura. Todo un día de escritura después de otro casidía de escritura.
Hoy has escrito páginas. No sé si buenas o malas, pero has escrito y revisado y pensado y vuelta a escribir y vuelta a revisar.
Hoy te ha dado tiempo a todo, a lo que te sobra y a lo que te falta.
O casi.
El bebé?
C
Eh... era una metáfora.
Ejem.
[lo último, quiero decir y aunque las páginas fueran malas todo lo demás es justo como lo cuentas, y es posible porque... bueno, ya sabes por qué]
¡Pero qué tramposo!
La literatura supera a la ficción, una vez más...
(Un beso a los dos.)
Leí tu libro y me quedé impresionada.
Los ojos como platos.
Creo que Lara te lo dijo, pero también vengo a contártelo yo.
(De hecho, se lo estoy contando a todo el mundo... http://kikamagia.blogspot.com/2008/12/rosas-restos-de-alas.html )
Un beso,
K
MÚUUchas gracias, K, gracias así de grandes como un mugido. Me da un poco de vergüenza decirte nada más después de lo que he leído. Disfruta de tus vacaciones y del mar.
Besos
No se merecen (las gracias). Lo que es bueno, es bueno.
Desaparezco entre las olas (al menos de manera transitoria, es lo que tienen las vacaciones).
besos
K
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