Me dijeron los muchachos que zumbó sin parar durante veinte días, grande, mucho más que otros inviernos, que hubo sesiones en todos los picos, que algunos estaban cerrados de tanta tunda, que esto de ayer y de hoy no es más que el rabito de la gran marejada. Se les veía relajados ayer en el agua, hartos de coger olas, sin la rivalidad de otras veces, bromeaban, dejaban sitio, ya no eran los ariscos muchachos de siempre. Fue un baño divertido, fácil de remontar. Al principio, entumecido, me limité a flotar y a deslizarme en las más suaves, viendo como ellos se tiraban dentro de las bombas que venían del fondo. Luego ya tracé algunas mejores, pero ni siquiera eso hacía falta, bastaba con estar allí y no pensar mucho en nada.
Hoy: la U, rompiendo lindo hace un par de horas, a doscientos metros de la orilla, con frío glacial y viento del norte, una buena remada escarchada hasta llegar allí.
En el Eduardo, hoy las series eran pequeñas pero bien dibujadas.
Son los restos de la fiesta. Ayer partían buenas paredes, fuertes y largas de piedra a piedra, pero dejé la cámara a un lado y me zambullí, así que no quedan pruebas de eso.
Ya no hay temporal pero el mar seguirá elástico y helado durante unos días. Es hermoso.
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