Me queda el refugio de los días pasados, tan hermosos. Las mujeres desnudas en la playa, yo vestido y con cremallera hasta el cuello como uno de esos trajes que se ponen las dos muditas de allá abajo. La rabia contra dos mil enemigos, cada vez más numerosos y cercanos.
Y en cambio:
la ondulación del tapiz azul el vino a diario la sábana Onetti la roca
Esas cosas.
Y tomárselo así de despacito.
O así de rápido.Llevo años yendo y pocas veces he visto entrar mar de verdad en esa playa. Esta vez fue así, era un parque de atracciones para los muchachos, se reían a carcajadas tirándose por los toboganes. Clea se dejaba el dedo en el disparador y yo me dejaba las rodillas en la roca.
Ellos se llevaban las mejores, claro. Yo, que soy torpe y lento, me conformaba con verlos zumbar a mi lado y lanzarme en alguna menina.
Días hermosos, no hace ni cuarenta y ocho horas, y parecen cien años. No tengo remedio. Padezco una melancolía feroz e insana.
1 comentario:
gracias por estas palabras y por estas imágenes!!!!
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