miércoles, diciembre 22, 2010

Me hieren las noticias.
Debo atarme las manos para no imaginar ningún relato horrible dentro de esa casa que parece de la Alcolea de Pío Baroja o La Baña de Ramiro Pinilla.
Yo no podría.
No podría contar las cosas que allí debieron de suceder, sin más.
Yo tendría que buscarle un rizo, colgar dos bucles, prenderle algunas campanillas y entonces ya la verdad ahí escondida sería cuento y no relato, ya la niña daría una lástima extraña en lugar del agudo dolor que su figura merece.

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