Alberto Olmos es un humorista. Me hace reír a carcajadas igual que su par Antonio Orejudo en Fabulosas narraciones por historias. Olmos cuanto más hooligan, más divertido. Chistes para filólogos, no descubro nada. La literatura y su Historia son un artificio, cuadro sinóptico para que los escolares aprueben los exámenes y llenen de esquemas y características generales sus apuntes. Nunca cuando se habla de generaciones se dice qué fluido discurría debajo. Se reparten las etiquetas y las chapas, eso es suficiente, se les adiestra para la prueba de Selectividad igual que a perros acróbatas en una pista americana. No se culpe a nadie, no nos culpen: el temario de bachillerato dice "toda la literatura contemporánea española e hispanoamericana" en tres horas semanales, además de sintaxis y etcéteras. Nadie pretende de veras que aprendan nada de literatura; se trata de certificar su tránsito, no más. Por otra parte, me pregunto si la literatura realmente puede enseñarse; si una vez resueltas algunas cuestiones técnicas (métrica, recursos, cualquier cosa que David Lodge ejemplifique en El arte de la ficción) hay algo más que enseñar. Esto no es ciencia ni historia, Historia, quiero decir.
Preparo con algunos alumnos un recital de poesía.
Soy así de cursi.
Entre los textos aparece un poema de Quevedo:
"¡Ah, de la vida! ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha cogido;
las Horas mi locura las esconde."
Causa sonrojo su flamante tono existencial.
Leo a los clásicos desde la terrible fotocomposición de los libros de texto, donde no cabe ningún espíritu. La broma de Olmos, su álbum de cromos, reconforta un tanto.
Sic transit gloria mundi.
lunes, marzo 14, 2011
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5 comentarios:
Historias del Kronen no me pareció tan buena, por lo demás, sí, tiene su gracia este hombre, he de reconocerlo, leyendo estoy su primera novela, para ver si entiendo lo contemporáneo...
tú reconfortas, pablo.
r.
REMINISCENCIAS
Nunca una 'QUILMES' supo tan bien...
¡Enhorabuena!
T. K.
Kow,
Acabaron sabiendo amargas como el mate aquellas Quilmes después de tu evaporación, dolorosa y sin motivo.
Touché.
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