sábado, agosto 13, 2011

Londres y el eterno retorno.
El gran incendio de 1666.
La hoguera que acabó con el Globe en 1615.
Las bombas incendiarias de la Luftwaffe.
Thatcher y los punks.
Y ahora esto. Esto, que resulta tan complicado e incómodo de comprender, cebada para analistas y tertulianos que concluyan que todo es un problema educativo, valores, juventud sin aspiraciones, etcétera.
Me temo que no hay ninguna frase brillante que sirva de explicación. Quizá hagan falta tratados, estudios, novelas y películas de Ken Loach para encontrar una porción de claridad entre tanto humo.
O tal vez resulte que el colectivo funciona, a veces, como un solo individuo, con su autocontrol, sus desvaríos y sus ataques de ira y pánico ocasionales.








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