Como en un poema cursi,
el mar de septiembre trajo líneas de mierda en la orilla, todo el residuo de los veraneantes y los caños de heces ocultos por las excavadoras en junio, la playa olía a detrito, la pleamar expulsó una franja de grasa y envases, mar fuerte de septiembre con borrasca lejos y olas de fondo, olas tersas y fáciles sin la piel del neopreno, parque de atracciones, los muchachos de las furgonetas sonreían, el sol hacía brillar los plásticos y los cristales en la arena, la pequeña mantenía el equilibrio para no cortarse los pies y yo la veía desde dentro como un punto rubio y rosa agitando las manos en la orilla y diciendo ven, sal del agua y juega conmigo.
como en un poema
que fuera mentira.
miércoles, septiembre 14, 2011
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3 comentarios:
Hola Pablo,
hace un par de septiembres me metí en ese rinconcito del atlántico antes de afrontar los rompientes portugueses y la verdad es que tengo un buen recuerdo de aquellas sesiones iluminadas por esa luz a la que aquí no estamos acostumbrados, olitas mecánicas como las que se generan artificialmente en piscinas y picos repletos de buena gente gaditana, recuerdo que me embobaba mirando el paisaje no urbanizado a mi espalda y entonces perdía la serie. Sí, me sentía bien állí adentro.
Como los erizos, ya sabéis,
los trozos de cristal punzante enredados por algas desorientadas se agolpaban en una masa homogénea, disputando a las gaviotas enlutadas cada grano de arena, mientras los peces-bolsa pululaban, mecidos por las olas del recuerdo de algún barco, buscando raros peces-vivos que llevarse a la boca.
Y yo lo veía desde fuera, con la respiración entrecortada y dos lágrimas calladas.
Sí, y además de todo eso también pasa que la gente en muy sucia.
La semana que viene vuelven las olas.
Harto del verano inmenso, mirando isobaras.
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