No es el adjetivo, son las pelotas de goma. Sucede así:
La policía le dispara a un tipo y le revienta la cara; y el tipo es tan hijo de puta que va y decide morirse sólo para fastidiar. Como los que decidieron quedarse tuertos o revestidos de placas de titanio. La gente es tan desconsiderada, los vascos sobre todo, que a la primera que puede se pone en la trayectoria de las pelotas con toda la intención de morirse después.
Pero son de goma, como los patitos; no de plomo ni de plata contra el hombrelobo. Los policías quedarán absueltos. Más que nada por tradición constitucional: en este país todos los policías quedan absueltos siempre.
En el caso de Bilbao no había vindicación política ni nada distinto de una bronca, alguien que grita polis cabrones y los polis, en justa represalia a tan acerado ataque, responden con lo que tienen. Si tuvieran serpentinas, decorarían un árbol; si tuvieran un libro de Quevedo, arrojarían sonetos con saña.
El gobierno, que sabe bien cómo es la gente, acaba de comprar cien mil pelotas más. Eso, y lo de cambiar el código para que sentarse y no moverse se considere un atentado.
Está bien eliminar las ambigüedades, tener las cosas claras. Ahora ya sabemos que en la calle pueden pasar cosas terribles. La calle debe ser un lugar de tránsito entre tu casa y tu trabajo o tu oficina de empleo o el centro comercial. Cien mil pelotitas de goma rebotando por ahí: mira que si te da una, qué mala suerte.
jueves, abril 12, 2012
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1 comentario:
Yo me voy a comprar una, de color rosa, y con rotulador de esos que joder cómo cuesta borrar le escribiré un adjetivo bonito, y la echaré por los pasillos del trabajo para que rebote bonito...
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