Demasiados temporales de sur, uno le sigue a otro.
El sur es un viento blando y mojado, revuelve pero no enrasa. Las predicciones son mentirosas, el océano es una moqueta. Bruma. Hace unos días cayeron bombas de dos metros en la playa de las casas de los ricos, agujeros al vacío, no es lo que yo busco. Soy lento y ansioso, no quiero bucear, quiero caricias, ya tengo esa edad -tengo esa edad desde hace tiempo, quizá desde siempre- pero aun así me sentí bien allí dentro, deslizándome con vértigo y contemplando la loma de aquellas casas inalcanzables, vidas inalcanzables, vidas que te vienen de nacimiento, las piscinas como mosaicos abiertos al mar, el dulce capitalismo del buen gusto.
Leo de un soplo Capitalismo canalla, de César Rendueles, colmo el libro de subrayados. Podría ser una adenda de El Establishment, de Owen Jones. Igual que Jones, Rendueles escribe desde la primera persona, lejos de los formalismos del género, muy lejos de la perspectiva hostil del profesor universitario. Es divertido, es doloroso, es inteligente: por las ideas y por el estilo, mejor por la actitud. En las reseñas se dice que Rendueles revisa algunos conceptos económicos e históricos del capitalismo a través de una selección de textos literarios, y es verdad, eso hace. Pero hace más cosas: impugna, señala, contiene una renuncia. Rendueles pelea bien pero sabe que hasta la literatura la tiene en contra. Es un libro magnífico.
Hoy los dos pronósticos son hostiles: el de las cosas del mar y de las cosas del dinero. Mientras, durante todo el invierno las depuradoras de aquellas piscinas impecables seguirán funcionando tres veces al día para mantener oxigenada el agua de la pecera donde nadie volverá a jugar hasta el verano que viene.
viernes, octubre 16, 2015
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