En el margen del retrato se leían estas líneas escritas con tinta roja:
SYLVESTRIS PARADOXUS
DEL
Orden de los primates
- Primates; ¿qué orden será ésta? -se preguntó el portero-. ¿Qué clase de frailes serían los primates?
El señor Ramón siguió leyendo:
CARACTERES ANTROPOLÓGICOS
Pelo, rojizo.
Barba, ídem.
Ojos, castaños.
Pulsaciones, 82.
Respiraciones, 18 por minuto.
Talla, 1,51.
Braquicefalia manifiesta.
Ángulo facial, goniómetro de Broca, 80,02.
Individuo esencialmente paradoxal.
¡Branquicefalia manifiesta! ¡Goniómetro de Broca! Un misterioso y tremendo sentido debían de tener estas palabras. ¿Quién sería ese hombre calvo y extraño del retrato? ¿El nuevo inquilino quizá?
El señor Ramón quedó, según su decir, completamente sumergido en el caos. Bajó las escaleras absorto, preocupado, en actitud pensativa. De vez en cuando, como las encrespadas y furibundas olas que baten con empuje vigoroso las peñas de la bravía costa, chocaban en su cerebro estas preguntas turbadoras de tan noble espíritu: ¿De quién era aquella cabeza? ¿De quién era aquella inscripción?
¡Oh terribles misterios de la vida!"
Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox
Pío Baroja
3 comentarios:
No te lo quitas de encima (y haces bien).
Qué rodillas blancas más estupendas.
Sin hablar de esa simetría decreciente de los dedos.
Por supuesto, el primate (y).
Sobre Baroja: es tan moderno este antiguo... Se le nota tanto que le importan tres narices los lectores, qué envidia; y el estilo, dos pimientos; y la trama (famosa trama), siete cominos. Una libertad, la suya...
Este Paradox da para mucha, mucha charla. ¡Y además hay humor! Todas las novelas, incluso a expensas del autor, deberían tener algún intermedio cómico. Yo con Baroja es que me parto.
Ejem.
(cosa más rara de comentario me ha quedado; barojiano me puse en vez de hablar de dedos de los pies, que es lo que tocaba)
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