lunes, octubre 08, 2018


Ni alambres ni escenografía, no hay fichas sobre la mesa ni esquemas organizativos, nada de eso.
La novela se hizo sola, arrancó a hablar en la primera frase diciendo que escribiría la primera frase y que la primera frase diría que la primera frase dice.
La novela apareció y yo estuve pendiente del idioma, no mucho más. Me va a costar hablar de ella porque no me pertenece; es gramatical, el dilema.
Y ahora tengo que explicarlo todo, y aunque haya puntos de partida e ideas previas que fueron un primer motor, lo cierto es que no sé por dónde empezar, y es como si mañana fuera el día del examen y hoy haces el vago, te desperezas, abres el libro pero lo dejas al rato.
Una ciudad, la emigración, las persecuciones raciales, el exilio y la astucia. Y el rencor de clase. Y lugares donde no deberías estar, no es tu sitio, qué haces aquí. Y otra vez el rencor de clase. Y la ciudad dando vueltas alrededor de ti. Pero no hay caso: no sabré qué cara poner cuando me hagan la terrible pregunta, de qué va todo esto, tu novela, eso de Cabezas cortadas, de qué dijiste que iba.



1 comentario:

blumm dijo...

Se renuevan las ganas