Ni alambres ni escenografía, no hay
fichas sobre la mesa ni esquemas organizativos, nada de eso.
La novela se hizo sola, arrancó a
hablar en la primera frase diciendo que escribiría la primera
frase y que la primera frase diría que la primera frase dice.
La novela apareció y yo estuve
pendiente del idioma, no mucho más. Me va a costar hablar de ella
porque no me pertenece; es gramatical, el dilema.
Y ahora tengo que explicarlo todo, y
aunque haya puntos de partida e ideas previas que fueron un primer
motor, lo cierto es que no sé por dónde empezar, y es como si
mañana fuera el día del examen y hoy haces el vago, te desperezas,
abres el libro pero lo dejas al rato.
Una ciudad, la emigración, las
persecuciones raciales, el exilio y la astucia. Y el rencor de clase.
Y lugares donde no deberías estar, no es tu sitio, qué haces aquí.
Y otra vez el rencor de clase. Y la ciudad dando vueltas alrededor de
ti. Pero no hay caso: no sabré qué cara poner cuando me hagan la
terrible pregunta, de qué va todo esto, tu novela, eso de Cabezas
cortadas, de qué dijiste que iba.
1 comentario:
Se renuevan las ganas
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