miércoles, diciembre 03, 2008

Alguna vez tenías que hacerlo, no te remuerdas, resulta difícil evitarlo durante tanto.
Alguna vez tenías que hablar de Cortázar, la verruga, la piedrecita en el zapato, Cortázar-corteza en el diente, presencia tan incómoda en el trascoro, el trasfondo de cualquier cosa que lees o escribes.
Todo por culpa de "esto me recuerda a Cortázar", agh, frasecita del diablo dicha tantas veces por ti y demasiadas veces oída también, todo lo que quede rarito y desprendido acaba con esto me recuerda a Cortázar.
Pero, chaval, reconoce, a Cortázar lo leíste a fondo aquel verano, y aquel otoño, y el invierno que le seguía, con tu monomanía de agotar la bibliografía de los subrayados (qué dolor que no haya más Kundera, Borges, Miller, Sábato), lo leíste a fondo como quien lee poemitas a una novia, y al principio las notas de tu cuaderno estaban llenas de pensá, nomás, decí, ñato, y sólo se te ocurrían historias de niños y compadritos y coches que se atascan en una autopista y las bragas de Isabelita en el patio traseo y la casa que da miedo y nadie sabe por qué y la puerta condenada de ese hotelito para viajantes e incluso boxeadores zumbados, pero qué carajo sabías tú de boxeo. Y sobre todo querías escribir cuentos. No decías relatos, decías cuentos. Estoy escribiendo un cuento, decías, un cuento sobre un niño que guarda las bragas de su prima Margarita en un bolsillo del saco. ¡Del saco! No del abrigo ni del tabardo ni de la cazadora ni de la chaqueta, sino del saco, claro, o como mucho de la trenka. Serás imbécil, che... Pero eso fue sólo al principio.
Luego más bien justo lo contrario. Luego entendiste que había que evitarlo, escapar del magnetismo, no releer ni un cuento, no leer nada nuevo ni buscar Cor-tá... Cor-tá.... Cortázar con el dedo en los rimeros de libros de las casetas que ponen en verano, borrar esas grabaciones de su voz de sinusitis, despegar el recorte de su fotografía del corcho. Eso o te devoraba, iba a hacerlo, el muy tragón, grandote, gorila, a bocados iba a hacerlo, muy.
Y ahora ya no sientes ese hilo. Ya no ves su manazas amenazadoras sobre el teclado. También eso serán los años, también.
Y por eso ya puedes abrir el libro viejísimo y comido de gusanos como un Yorick y buscar el índice donde a lápiz sumaste una estrellita para Historia con migalas, dos estrellitas para El río, tres estrellitas para Torito y Diario para un cuento, y a despecho y con mala fe cometer (indigno, malvado, gualtrapa, so cochino serás por siempre) el acto impuro, la infamia, el desdoro; es decir, fotocopiar (vigilando que nadie te vea) La escuela de noche y repartirlo en clase y decir tomad nota de estas preguntas para el lunes, sabiendo que la espina puede que deje sano a la mayoría pero seguro que alguno, tal vez uno solo (pero uno siempre es suficiente) quede atravesado y se duela y se mire la herida y hurgue y apriete para que salga pus y ya no habrá remedio porque

"De Nito ya no sé nada ni quiero saber. Han pasado tantos años y cosas, a lo mejor todavía está allá o se murió o anda afuera. Más vale no pensar en él, solamente que a veces sueño con los años treinta en Buenos Aires, los tiempos de la escuela normal y claro, de golpe Nito y yo la noche en que nos metimos en la escuela, después no me acuerdo mucho de los sueños, pero algo queda siempre de Nito como flotando en el aire, hago lo que puedo para olvidarme, mejor que se vaya borrando de nuevo hasta otro sueño, aunque no hay nada que hacerle, cada tanto es así, cada tanto vuelve como ahora."

Hijo de la misma puta...

11 comentarios:

Lara dijo...

de golpe me escondo debajo de la cama
la culpa fue tuya, en todo caso
yo no sabía quién era hasta que tú trajiste El río y el río me devoró

caguémonos, pues en la madre que...

hijo de la gran...


(ay)

VOLTAIRE dijo...

quillo!
todo esto esta muy bien, no te ralles tanto (nada es crucial,NO?).
surfari el sabado?

Pablo Gutiérrez dijo...

...pero podría haber sido peor, podríamos habernos colgados de la barba de Bukowski o de...
Eh, no.
Eso no nos habría pasado nunca. Bukowski, nunca.

Y claro que sí, Mao, aúpa la realidad sin ralladuras de limón pero el sábado toca bizcocho con mami. Tú tomarás por mí esos carriles que el gurú anuncia. [en el vídeo que pusiste salen delfines escoltando al tipo, al principio de la tubería interminable, ¿viste?]

VOLTAIRE dijo...

Que bonito sería ser escoltados por esos delfines. A nosotros nos escoltan dos clases de entes: Uno; algún que otro pececillo inofensivo (gracias a Dios) y dos; los amiguitos esos que están en la edad de la pubertad (y no pubertad) y que nos caen tan bien (MIAAAAA).

Bueno, te cuento la aventura del sábado.

Por cierto, guarda un poco de ese buen bizcocho, y tómatelo después de una sesión, ya verás como lo saboreas de otra manera!

Lara dijo...

No. Nunca.

Quiero bizcocho y delfines!

david dijo...

¿Bukowski, nunca?

Caballero, algún día llegaremos a las manos.

Un saludo.

Pablo Gutiérrez dijo...

¡Elige las armas! ¡Trae tus testigos!
Un abrazo...

david dijo...

A navaja, por supuesto, que es muy porteño.
Tráete a tu Cortazar que yo desempolvaré algún beatnik de mi adolescencia.

Anónimo dijo...

- Pablo, me da lo mismo que me escuches o no - dijo Cortazar -. Es así, y me parece juto que lo sepas.

He vuelto a la barraca que olía a oveja y a muerte y a gloria, allí en el cabo... y he subrayado algunos párrafos, lo he leído a fondo...

Gracias y un abrazo.

Billy

Lara dijo...

holi

te comió al final Cortázar?

ay, escupe ese pullover

Pablo Gutiérrez dijo...

Gracias, Billy, por esos párrafos y ese fondo.

[Sput, sput]