sábado, marzo 14, 2009

Había decidido escribir una nota sobre Hannah Montana. Tengo muchas cosas que decir sobre ella, que cautiva a mis sobrinas (tienen un juego de mesa con una especie de reproductor de su voz, quiero decir de la chica necesariamente fea y escuálida que dobla su voz al castellano); muchas cosas, empezando por su apellido topónimo, el palíndromo de su nombre y lo cacofónico del conjunto. Nadie se apropie , nadie la utilice en la novela ni en el cuento que ahora escribe: este icono neocón me pertenece, ya puse mi bandera, ya lo etiqueté y lo guardé en una caja de cartón.
Pero de pronto me he dado cuenta de que Hannah (¡ha!, nnn, ¡ah!) es una figura demasiado compleja, el mensaje que transmite su planchado rubio, la fuerza hipnótica transformadora de voluntades infantiles que hace babear y contonearse a niñas de siete años y, al tiempo, a sus padres (recreada la figura en la piel ya nada adolescente de quienes arrugan la cama a su lado), la totémica energía de Hannah Pulcrísima (piececita de tente cada diente en su boca), el gesto extraño y simpático con el que acentúa algún momento especialmente intenso de su actuación (como si se encogiera, como si le doliera el vientre o le bajara la regla, pero ¿puede tener menstruación esta criatura?), oh boy, you said so many things... No, no puedo escribir ninguna nota sobre ella, sé muy poco de antropología, de semiótica, de religiosidad popular.
Ahora lo recuerdo: el reproductor de aquel juego de mesa era algo así como un micrófono que giraba sobre una peana, y al pulsar un botón Hannah decía cosas sonriendo (no la veías pero no había dudas de que estaba sonriendo), pequeñas instrucciones como en un juego de prendas, cosas como: arráncate los dientes y dile a tu dentista que te ponga implantes, haz mucho ejercicio, nunca fumes marihuana, canta en plan suavona, viste como si tuvieras diez años más y así tu papá querrá follar contigo, igual que quiere follar conmigo cuando en la alfombra se sienta a tu lado a ver mis vídeos.

5 comentarios:

Bárbara dijo...

Qué bueno! Oí que había escrito una biografía (¿cómo se puede escribir una biografía de lo no vivido?) y en ella decía que sufría taquicardias. Debía de ser cuando andaba cerca papá.

David J. Calzado dijo...

No creo ni que Hannah Montana consiga levantármela, necesito confianza en mi hombría (algo maltratada últimamente) y unas vacaciones de urgencia. Ayer empecé Rosas, restos de alas. Anda removiéndome las tripas. Lo que yo daría por que me pusiera Hannah y pasar de todo.

Lara dijo...

¡¡¡???

Pero esta mujer existe o no?
Digo esta niña.
O lo que sea.

Voy a investigar sobre ella.
Bueno, no.

Pablo Gutiérrez dijo...

¿Empezaste Rosas...? Uh. Tiemblo un poco.

Existe... las colecciones de vídeos, figuritas, pegatinas, etc. de mis sobrinas dan fe.

Gerardo dijo...

Disney siempre ha sido una empresa maligna, de explotación e imperialismo, el mismo Walt construyó su utopía (disneylandia) y me dicen que tienen su cerebro congelado...
Era un megalomano cualquiera, y no se hasta cuanto haya estado en el team creativo más alla de su ratón.

Hannah Montana es genial, hasta aquí ha llegado el camino de la civilización, o te gusta o te revelas, y si te revelas necesariamente vas a matarte o matar a los que te rodean, o suponiendo que logicamente perdiste tu cordura