martes, mayo 05, 2009

Aún con ropa que lavar, fotos que convertir y páginas del cuaderno que pasar a limpio, aún con la dorsal encogida, aún, la zarpa de VIDACOTIDIANA ya me ha metido el diente bien dentro , hija de puta, ese bullicio que me deja tan lejos de lo que quiero de veras, el único puñado de cosas que quiero de veras.
Me queda el refugio de los días pasados, tan hermosos. Las mujeres desnudas en la playa, yo vestido y con cremallera hasta el cuello como uno de esos trajes que se ponen las dos muditas de allá abajo. La rabia contra dos mil enemigos, cada vez más numerosos y cercanos.

Y en cambio:
la ondulación del tapiz azul el vino a diario la sábana Onetti la roca
Esas cosas.

Y tomárselo así de despacito.

O así de rápido.
Llevo años yendo y pocas veces he visto entrar mar de verdad en esa playa. Esta vez fue así, era un parque de atracciones para los muchachos, se reían a carcajadas tirándose por los toboganes. Clea se dejaba el dedo en el disparador y yo me dejaba las rodillas en la roca.


Ellos se llevaban las mejores, claro. Yo, que soy torpe y lento, me conformaba con verlos zumbar a mi lado y lanzarme en alguna menina.

Días hermosos, no hace ni cuarenta y ocho horas, y parecen cien años. No tengo remedio. Padezco una melancolía feroz e insana.

1 comentario:

Lara dijo...

gracias por estas palabras y por estas imágenes!!!!