domingo, febrero 13, 2011

Estímulo

Del hombre gris, aburrido, paisajista, aplaudidor del caudillo, muerto, inactivo, nada, cuyas páginas me salto en el libro de texto de bachillerato, a quien desprecio y siempre dedico algún chiste sobre la pasmante alegría que refleja su rostro y lo divertidísimos que son sus panoramas impresionistas, por no hablar de sus burbujeantes obras de teatro:



"Absolutamente nada. Nada que se salga del carril cotidiano. La vida fluye incesable y uniforme; duermo, trabajo, discurro por Madrid, hojeo al azar un libro nuevo, escribo bien o mal -seguramente mal- con fervor o con desmayo. De rato en rato me tumbo en un diván y contemplo el cielo, añil y ceniza. ¿ Y por qué había de saltar de improviso el evento impensado? Trabajemos día tras día ¿Dónde está nuestro Leteo? En el afán diario. O acaso, a través de la obra hacemos ese dolor más delicado. ¡Cincuenta años escribiendo...! Desde los tres quinquenios con la pluma en la mano. Ímpetu, fervor, perseverancia, entusiasmo... Ha pasado mucho tiempo y los años cargan sobre mis hombros... Todo lo que asciende, desciende... Cuanto podemos ya esperar, habiendo visto correr tanto tiempo lo ciframos en la obra cumplida. "

El escritor
Azorín

Vaya.
Precisamente de este cafre tenía que llegarme el estímulo que ahora necesito para olvidar el tonto abatimiento y lanzarme al siguiente capítulo inconcluso.
Curioso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El empuje aparece a veces en lugares insospechados...

Sonsoles