jueves, septiembre 27, 2007

Sosegados mis asuntos, me entretengo con cosas sin importancia ahora que todo es distinto y radiante y nada parece tan severo. En la playa hay apenas un palmo de verde haciendo espuma, soy un niño, juego, busco pececitos, contemplo las ortigas de mar que se inflan como pequeños pulmones a mis pies y rebullen y escapan de mí. Luego vaciamos una botella, hacemos planes, buscamos un vuelo porque no hay péndulo ninguno sobre nosotros. Yo quiero volver a Londres, sentirme enano delante del friso de Asurbanipal, salir en el descanso -cuando sacan los helados- a la terraza del NT y que en la orilla noble brillen luces azules y naranjas. Volver a Londres, un par de años, quizá.
Y escribir.
Cualquier cosa. Pero del otro lado.
Sin esa conjetura-bifurcación que tan cerca estuvo de empujarnos hacia dónde.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cualquier cosa, pero escribir. Y volver a escribir lo escrito, hasta que la emoción pase del autor al lector.
Cualquier cosa, o casi, la vuelves importante.

Lanzadera dijo...

Si lo haces, Pablo, si te sitúas del otro lado, te aseguro que no estarás solo. "Cualquier cosa, pero escribir." Ahí estaremos, a tu lado.

Anónimo dijo...

... rubor...

Gracias.