La dejé en casa de sus padres con una bolsa para varios días; luego conduje de vuelta. En R3 sonaba música de Preisner. Recordé aquella escena de Blanco, la de la cabina. La misma desolación, el mismo nadaquehacer pero con asuntos tan distintos. Era la música de Preisner, claro, no mis pensamientos quien recordaba y pensaba y se sentía de ese modo.
En la bolsa lleva una blusa negra que recogí del tendedero este mediodía. Cuando vuelva ya se la habrá puesto, y yo la lavaré aparte y la guardaré enseguida.
Esta mañana estuve en una playa distinta. Hacía calor de verano, había chicas de verano y alemanes e ingleses de verano. Apenas entraba medio metro pero azul y sin viento, suficiente. Surforecast me da palmadas en el hombro para mañana. Madrugaré y me daré un baño antes de llamarla para que me diga que todo sigue igual, que puede ser largo, que durmió tranquila, ella también.
O no. O quizá mientras escribo esta tontería ya haya ocurrido. En su casa habrá lágrimas y frases combadas. No hará falta ir al hospital porque en el hospital ya le dijeron que allí no hacía nada, que mejor en casa. Será rápido. Iremos a misa, era creyente. Miraremos a los niños con infinita compasión, nadie se acercará a ellos, a todos nos parecerá oír música de Preisner.
Ella se quedará unos días con sus padres. Yo saldré tarde del trabajo, cocinaré cualquier cosa para mí, veré mucho la televisión, me iré pronto a la cama.
sábado, octubre 06, 2007
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1 comentario:
Nadie dice nada aquí.
Qué decir cuando nadie dice nada.
Qué decir, ya lo sabes, sólo eso, preparar la cena, ver mucha televisión, dormir, más o menos tranquilamente.
Un fuerte fuerte abrazo para los dos. Hazlo llegar.
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