Hoy el mar no era esto.
No era la izquierda lenta sobre el tapiz.
No era el velo blanco, la arruga verde.
Hoy el mar era una bronca. Me miraba y decía vete a casa. Y obedecí, pensando de regreso en la izquierda lenta, el tapiz, el velo blanco y la verde arruga que no existían.
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