viernes, julio 25, 2008

Mareas de Santiago.


No está la playa detrás de mi ventana, esta foto no sirve, no sé si sopla fuerte o si apretó un poco el mar blandísimo y caliente del verano. Pero recuerdo, sí, las mareas de Santiago de cuando era pequeño. La playa a la que mis padres me llevaban estaba enmoquetada de almejas.
Trillones de almejas partidas, almejas completas, almejas rarísimas y groseras, almejas hermosas para hacer colgantes y otras vulgares y secas; había catálogos completos de almejas que te pinchaban los pies como si fueran púas o lija o arrecife y alguna vez se quedaban dentro y había que extraerlas con pinzas como si fueran astillas.
¿Cómo fueron a parar allí? ¿Desde dónde, desde cuándo? ¿Y sus habitantes? ¿Y la civilización de moluscos que las habitaba? ¿En qué lugar, en qué fondo, con qué proteína crearon esas formaciones? El gran cementerio, el gran campamento de esqueletos.
Si tomabas un puñado de arena y lo observabas de cerca veías que esa arena áspera y oscura también estaba formada por fragmentos, esquirlas diminutas de almejas, de otras almejas subterráneas destruidas, amalgamadas por las de la superficie. Qué gigantesca destrucción que yo no comprendía, que no comprendo.
Mareas de Santiago. El mar se ponía bravísimo en esa playa-cementerio. Las olas eran enormes y yo muy pequeño, y mis hermanos y yo jugábamos a lanzarnos a lo bruto contra ellas, que sin consideración nos amolaban sobre las almejas partidas y puntiagudas, y volvíamos a casa cuando se hacía de noche como si fuéramos indios a los que un caballo arrastró por el desierto pedregoso, y cenábamos rápido y jugábamos luego en la terraza y caímos rendidos en la cama, exhaustos, con ronchas y arañazos, felices.

3 comentarios:

NáN dijo...

Impresionante recuerdo. ¡Qué precisión la de la naturaleza!

También yo me quedo hurgando respuestas fantásticas para las preguntas que te haces.

Lara dijo...

Yo hacía exactamente lo mismo.
Quizá porque era el mismo mar.

Pablo Gutiérrez dijo...

La naturaleza, sí, el espejo pulido, la metáfora gigantesca sobre ese mismo mar, sí, que parece tan distinto del que los demás conocieron.