miércoles, septiembre 24, 2008

Sin venir a qué me he acordado de Benedetti.
El viejo-dulce Benedetti.
Hacía años que no abría un libro suyo, me temo que por aquello del endurecimiento pro-Houllebecq y otros Mr. Etcéteras, con la oposición consecuente al empalague del viejito, ay, qué bobo soy en todos mis juicios, qué soberano imbécil.
Pero hoy me quedé aquí sentado, con el Alianza escolar abierto, el helecho aplicándose en crecer sobre la mesa, un vaso de agua. Igual que hace diez o quince años, antes de que con toda tozudez comenzara a rascarme las postillas para que sangraran y ver cómo manaba el hilito y regocijarme con todo lo complejo y sucio.

El dulzarrón Benedetti.
Por aquel piso tan pequeño, con sus techos bajísimos y su baño-armario, Benedetti iba y venía y se arrancaba a leer con mi voz algunos de esos versitos suyos, los dos estábamos desnudos, quiero decir ella y yo, no Benedetti. Benedetti era el cabreado antiyanqui, el tierno enfadoso, y no parecía desnudarse nunca, ya entonces era una antigualla que llegó a mí con forma de libro amarillo que mis hermanos dejaron en casa (¿por qué lo dejaron?, ¿por qué no se lo llevaron a sus nuevas casas?).

Nunca entendí por qué Benedetti se dejaba bigote. No es propio. Los bigotes, no hace falta decirlo, son escobas para los besos. Una barba sin fideos podría llegar a ser una especie de nido más o menos limpio y más o menos mullido; pero ¡un bigote!, un bigote es un alambre, sin remedio.

Me acordé de Benedetti sin venir a qué: Soy un caso perdido, Los espejos las sombras, Los formales y el frío (!), Hombre preso que mira a su hijo y sobre todo:

Síndrome

Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes no me fijaba en estos detalles.

y también:


Pasatiempo

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana no existía
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser la nuestra.

martes, septiembre 23, 2008

Hay una niña a la que le falta un dedo.
Se sienta en la primera fila.
No para quieta ni un segundo.
Escribe muy lentamente con su dedo de menos, forma una pinza extraña con el pulgar y el índice, el lápiz baila sobre el hueco del dedo que falta.
Yo escribo despacio en la pizarra para que le dé tiempo a copiarlo todo. De vez en cuando observo la cicatriz que le atraviesa la mano, parece un dibujo de una cicatriz y no una cicatriz de veras, parece pintada con un rotulador naranja.
Fue hace dos años, creo.
Se subió a una valla y el dedo quedó colgado de una púa.
Llevaba un anillo.
Clac.
Todo el mundo lo vio, todos los demás lo vieron.
Me gustaría sentir compasión por ella.
Me gustaría pensar en su dolor, en su vergüenza, un dedo de menos: no puede contar hasta diez, no puede mandarte al carajo con su anular bien derecho, no puede hacer otras cosas que se hacen con los dedos.
Pero es una pesada.
No para quieta ni un momento.
Y pienso: [ ... ]

Luego vuelvo a casa diciendo no puedo ser así, no puedo pensar estas cosas.

viernes, septiembre 19, 2008

"El Partido Comunista Chino puja por Morgan Stanley"

¿Alguien entiende algo?

http://www.publico.es/dinero/152562/gobierno/chino/puja/comprar/morgan

jueves, septiembre 18, 2008

"Los seis principales bancos centrales del mundo salen al rescate de los mercados financieros"

No...

"Morgan Stanley sopesa su fusión con un gran banco para evitar la bancarrota"

Nada de eso...

"Los empresarios piden aparcar el libre mercado"

No... Precisamente ahora, no.

Ahora que revienten, que traguen, que moqueen sobre el escote de sus prostitutas diciendo no hay manera de salir de esto.

¡Libre mercado! ¡Ahora sí!

Y que venga bien fuerte la destrucción de todo, las filas larguísimas de acreedores, el vaciado de los bolsillos... Quiero que el mercado siga hasta las puntas afiladas de la escollera sin que nadie lo enderece. Quiero la ruina absoluta, también la mía.
Las dimisiones, los suicidios, los jueces atónitos emparedados de archivos, los estantes vacíos de los supermercados.
La cartilla de racionamiento, ya no recuerdo a qué sabía la fruta de verdad.
El hambre.
El pillaje, los cristales en el suelo, el ejército aplastando a la gente dentro de sus casas.
Un buen golpe de estado.
Y luego una dictadura militar.
Y muchos desaparecidos y muertos y fosas y estadios.

Es decir, todo aquello con lo que cíclicamente estimularon la naciente economía de aquellos minipaíses no occidentales que dieron óptimo servicio al libre mercado.

Ahora sí que me convencieron: capitalismo sin medida y sin gobierno hasta las heces.



miércoles, septiembre 03, 2008

Ya el sintagma amenaza al doblar el mes, y los morfemas y la homonimia, nimio humano.
Y el resto de la mierda gramatical.
Y la sílaba tónica.

Y la átona.

Pero tal vez este año también pueda birlarles cinco minutos y con voz rebajada leerles:

Mujer con alcuza

"¿Adónde va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?

Acercaos: no nos ve.
Yo no sé qué es más gris,
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza,
o si el paisaje desolado de su alma.

Va despacio, arrastrando los pies,
desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada por un terror
oscuro,
por una voluntad de esquivar algo horrible.

Sí, estamos equivocados.
Esta mujer no avanza por la acera de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas,
zanjas recientes, y tristes caballones,
de humana dimensión,
de tierra removida,
de tierra que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
entre abismales pozos sombríos,
y turbias simas súbitas, l
lenas de barro y agua fangosa
y sudarios harapientos del color de la desesperanza.

Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco:
ha venido en un tren, en un tren muy largo;
ha viajado durante muchos días
y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y sacudía el viento arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.
Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas y por el humo..."

Dámaso Alonso

Y sigue.
Lo que no sabré hacer, tampoco este año, es decirles nada de este poema, nada, explicarles por qué me entristece tanto, porqué me escurro en el fluido del verso de Dámaso, y me escapo y me pierdo y no sé mucho, tampoco este año tendré nada qué decir cuando...

martes, septiembre 02, 2008

Causa y consecuencia

Jo.
Acabo de descubrirlo.
Garzón también lee este blog.
Y no sólo lo lee, sino que me obedece y, en lugar de dejar un sencillo comentario, organiza fenomenales tanganas en consecuencia: http://www.elpais.com/articulo/espana/Garzon/lanza/mayor/investigacion/desaparecidos/regimen/Franco/elpepiesp/20080902elpepinac_1/Tes. Me estoy convirtiendo en un líder de opinión.
Es espantoso.