viernes, diciembre 15, 2006


Comienzo el poema
con una imagen feroz:
niñas armadas con sexos terribles
como negras ventosas
me circundan.


Decido continuar
con un verso cándido y presuntuoso:
quiero laureles de atleta
y procesiones a mis pies
que reconforten mi ánimo herido.


Y luego tal vez
podría escribir ocho cuartillas
diciendo que persigo
una verdad oculta
cuya existencia
sólo nosotros, los hiperbóreos,
conocemos.

Pero lo cierto es que
en esas ocho medias páginas
no habría una sola idea
distinta de las que albergo
cuando, al terminar el día,
devoro con fruición
un plato de arroz hervido.

Es cierto que cada hombre
es una vana repetición
del anterior.
En estricto orden de antigüedad
se agolpan en la estantería
sus cadáveres.

Pero, diablos,
qué hacer sino decir yo también
que absorbo sus sexos oscuros
que huelen a detergente.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese pensamiento feroz debió de tener Nabokov aunque decidiera enmascararlo en un párrafo cándido - y presuntuoso? no, creo que aquí no - y sonoro:

Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.

Siempre me ha hecho gracia seguir sus instrucciones y mover la lengua por mi boca hasta conseguir un Lolita propio de una Melanie cualquiera.

Esto es lo que murmura la sección N de tu estantería, Pablo.

Reb dijo...

Si olían a detergente es que estaban esperándote.

Lara dijo...

(buena apreciación, Reb)


Sólo decir que hay algo que me distancia de esto, aunque lo disfruto filosófica y literariamente con deleite.Mucho deleite y admiración. Eso sí.
Me paro a pensar ahora que nunca me cuestioné con tanto ahondamiento por qué escribo, por qué se escribe, para qué escribir si ya lo hicieron otros, por qué seremos tan necios que queremos escribir para perdurar cuando al fin y al cabo somos polvo de cañón, por qué no saldremos jamás en las enciclopedias, por qué ya desde jóvenes hay que tener la sensación de la muerte literaria, por qué tendemos a machacarnos con lo vacuo de nuestras metáforas, por qué nos sentimos falsos y rimbombantes y al final sólo somos aquello que cena y engulle y se corre y bebe y se rasca, en fin. Todo lo que ha estado preguntándose el hombre mientras escribía, como arrepintiéndose de haber escrito, pero al fin y al cabo sin parar de escribir.

Me encantaría volver a la adolescencia para "amar y punto". Pero a veces un recoveco de satisfacción me arde en las costillas cuando escribo, porque, independientemente de la calidad, escribir es escribir y punto. Y la frustración que me llegue de vieja. O que me no llegue. Que no nos llegue.

Anónimo dijo...

Escribimos porque leemos. Porque amamos más las palabras que a las personas. Porque por las palabras acabamos amando a las personas más que a las palabras, en una doble hélice imparable que nos ....¡fiuuu!

Y queremos ser amados así, tal y como nosotros amamos. Y amamos mucho, porque al leer vivimos mucho.

Yo no me hago el harakiri con esas cosas de ciertos porqués.

Por ejemplo os amo, sabéis que es cierto, aunque probablemente a muchos de vosotros no llegue a conoceros nunca. Pero si alguno dejara de escribir(me) alguna vez, el dolor que me produciría sería intenso. Seguro que más cuanto más tiempo pase. Y eso es porque estamos escribiendo (hoy) los unos para los otros. Y con la esperanza (nada loca) de leer a alguno de nosotros fuera de esto, en libros apreciados por todos (fijáos que poco egoísta es nuestro amor que eso nos llenaría de satisfacción, aunque significaría la pérdida del amor lectura-escritura cotidiano).

No se puede escribir para uno mismo (sin la esperanza loca de que un día esos escritos serán revelados). Pero sí se puede escribir para otra persona, o para cuatro o cinco. O para veinte o cien.

También se puede escribir con el deseo de hacerlo para millones.

Pero siempre por lo mismo, para que nos amen como nosotros amamos.

Es un trato justo, ¿no?

Vuestro amantísimo lector y escribidor.

Anónimo dijo...

Escribes para SER porque si no escribieras no sabrías de tí, no estarías aquí, no habrías perdido el tiempo viniendo a ver. Escribes para ESTAR para poder tocarte con los ojos cuando relees lo que has escrito y el tiempo que ha pasado entre lo que escribiste y lo que fué y reirte de tí y aprenderte y darme el gusto de leerte... Y las enciclopedias que sigan murmurando nombres de oro, con todos nuestros respetos. Pero tú no dejes de hacerlo...ahora no...

NáN dijo...

Encontrarte aquí, Gael, ya es la hostia. Y reafirma lo que dije: escribimos para ser amados, como sabes que te he amado a ti cada vez que te he visto sobre un escenario, pero también, después, abajo en el suelo de los mortales, diciendo lo que sabes decir tan bien. Pero es curioso, que yo que no sé decir las cosas y cuando leo algo tuyo las oigo tan estupendamente dichas como si te las hubiera oído decir.

Besos y emociones (y que los besos nos emocionen, pero que las emociones no nos impidan nunca besar bien: en las palabras y en las voces y los gestos, ese sería el objetivo).

Decirte gracias al recibir tu amor de esta manera sería una redundancia inadmisible.

Pablo Gutiérrez dijo...

Lara, era exactamente eso. Exactamente. Y sé que es bobo preguntarse a cada rato por qué o para qué, cuando en realidad la pregunta-martillo es para quién. Y sabemos que, digan lo que digan los libros de autoayuda, nunca es para uno mismo, que todos desfilamos en la galería, que nos exhibimos, enseñamos músculo.
Petición de ayuda: no sé si en algún trópico o en nexus-sexus-plexus o cualquiera, había una cita que venía a decir más o menos esto (um, ¿se puede poner dos puntos después de dos puntos?. Se puede): "me sentía un atlas descansando sobre el lomo de una tortuga. Preguntarse sobre qué descansaba la tortuga sería volverse loco". ¿Alguien lo recuerda?

Pablo Gutiérrez dijo...

Pero también es cierto, un profesor me lo enseñó,que escribimos porque nos sobra tiempo.
Nos sobra.

Pablo Gutiérrez dijo...

Termino: y el trato del que hablas, Nán, (respondiendo a tu ¿no?, monosílabo de terror)claro que es justo. Y honesto. Y hermoso.
Reb lo dijo por algún lado: los comentarios superan a las entradas. Es el caso. Gracias, gracias, por dejaros exprimir.

Lara dijo...

Pues... He estado buscando por aquí por la red, y no he encontrado la cita. A mí me suena a ti.

Pablo Gutiérrez dijo...

Será. Joder, esas cosas pasan. Que uno mezcla y cree que inventa cuando copia-recuerda algo que leyó, y al revés.