viernes, febrero 15, 2008

Clea tiene una amiga cuyo padre era telegrafista en un barco de altura, tic-tic-toc, nos contó. Pasaba meses de derrota, como en un mundo antiguo, con un gabán y una visera de vitriolo, pidiendo turno en los puertos y saludando, tic-toc-tic, a los mercantes que se cruzaban en su ruta, vivía en otra centuria. Hace quince años los satélites lo dejaron sin trabajo, ¿de qué sirven las viseras de vitriolo?, save our souls, repitió la máquina hacia el vacío.
Ayer llamé a mi hermano para preguntar por mi sobrino. Me contó que está hecho un diablo, enamoriscando a las cuidadoras de la guardería y metiendo las manitas en todos los trapos, no puede estarse quieto. Pero también me dijo que de pronto todo pende de un hilo, que en la empresa le han dicho que ahora les toca a ellos, porque hace no sé cuánto empezaron un proceso de externalización de servicios, de seis mil trabajadores pasaron a mil, y ahora van a por su departamento, en qué hucha gigante meterán todo lo que se ahorran. Externalización.
El hilo se estira. Tengo otra hermana que trabaja en una inmobiliaria. Desde enero no han vendido ni un cáncamo. Cuando la cosa se deslizaba como el aceite les daban palmaditas y cestas de navidad, benditas sean las hipotecas. Pero ahora que cambió el ciclo del dinero todos se miran con saña en la oficina, quién será el próximo.
Hay palabras que tienen la maldad dentro. Externalización: outsourcing. Liberalismo. Desaceleración. Inmobiliaria.
Sobre esto deberían escribir los poetas y los novelistas y los dramaturgos. Y los niños en las escuelas.

6 comentarios:

NáN dijo...

Nos están jodiendo, entre unos y otros. Pero unos más rápido que los otros; hasta fuerzan a los otros.

Es el Sistema, nos dicen. Tiene que ser así para que funcione.

Es la voluntad de Dios, nos decían. Hay que aceptarla para que nuestra salvación funcione.

Mientras los poderosos externalizan, los trabajadores internalizan (el Sistema). Hasta se compran 2.000 euros en acciones para que no se diga que no les interesa.

Siempre que puedo, meto una palanca en una de sus ruedas. Pero cada vez puedo menos. (Y de todos modos, la rueda nunca se detuvo).

Pero no me desanimo, aunque no esté animado.

(No es la economía, es nuestra estupidez).

Pablo Gutiérrez dijo...

La fatalidad, lo inevitable, la estructura. Son fantásticas estas etiquetas porque hacen que no muevas un dedo.
Y realmente no lo movemos.
Siempre, siempre ganan ellos.

Lara dijo...

La Idea.

Pablo Gutiérrez dijo...

No lo dudes, es una de ellas y tiene que estar detrás, espinosa.

Anónimo dijo...

LA MAQUINA SE HA PUESTO EN FUNCIONAMIENTO INVERSO, LOS QUE VAN TODO EL DIA EN AUTOS GROTECOS Y EN SUS CASAS PASEAN EN BAÑADOR TOD EL AÑO, NECESITAN MANTENER UN INSULTANTE NIVEL DE VIDA A COSTA DE LOS DEMAS, NOSOTROS. ¿PERO ESTO NO SE HA VIVIDO OTRA VEZ?¿CICLOS O REALIDADES? POR CIERTO, ¡DETESTO MI TRABAJO DE LAGARTO!

Pablo Gutiérrez dijo...

¿Funcionamiento inverso? Me temo que es el orden natural de las cosas (y ahí reside el drama, pues decir "natural" es como decir "inevitable).
Al menos los lagartos tomamos el sol.