martes, noviembre 11, 2008

Casi un metro jugoso rompía hoy sobre el arrecife, muy lejos, mientras en la orilla apenas caía una ola tontona y apretada de neoprenos. Me he dado la gran panzada hasta la U, y allí, con la marea ya bajando y el agua NEGRA (completamente negra) por el fondo de roca, he recorrido algunos caminos, muy suaves, muy lentos.
Mañana sube el mar, y la pleamar encaja con la salida del trabajo, como si cuadraran mi trabajo y el suyo; el del mar, quiero decir.


En otro mar distinto, el sábado pasado pude conocer a Inmaculada Luna, Carmen Camacho y el repentista (yo tampoco sabía lo que era) Aléxis Díaz-Pimienta. De todos me lo quiero leer todo en breve, y todos acaban de publicar hace nada.
Fue gracias a Uberto Stabile, un tipo extraordinario e imprescindible en aquel páramo polucionado donde nací, poeta y otras muchas cosas más.
Y además me dejaron hablar un buen ratito de Rosas,..., y hubo algunos que pusieron ojos de interés.
Lo del vinillo y el ibérico era lo de menos, tan bueno fue lo otro.


1 comentario:

momo dijo...

Pablo...
donde se puede pedir tu libro?