jueves, octubre 14, 2010

Al principio
escribir era fácil, era muy fácil. Bastaba con dormir un poco menos, fingirte triste, sentir un odio profundo o un melancólico afecto, la clave estaba en hundirse y flotar sobre las hojas, casi siempre a mano.
Luego
te dijeron que así no valía, que era preciso albergar una idea, un proyecto, no se puede escribir a ciegas como un adolescente, piensa un poco.
Y entonces
hiciste planes, estrategias, ya no buscabas palabras sino estructuras asombrosas.
Pero resultó
que los proyectos se desmoronaban, las estrategias eran envolventes, vilmente dejaste que la autocompasión medrara dentro de ti, quisiste dejarlo todo
si el último intento también se atasca.
Y sucedió que por algún motivo raro funcionó.
Dijiste de nuevo
escribir es fácil, publicar era lo difícil,
ahora todo será diferente porque el viento mueve mi camisa.
Y después tocó morder y olvidarse, y sonreír a lo nuevo sin pensar en nada, repetir muchas veces el mantra de ahí arriba, convencerte de ello.
Hoy
al fin
comprendes que publicar puede ser muy sencillo,
las librerías rebosan de novedades,
y que lo difícil,
lo realmente difícil,
lo que hace que tus pies cuelguen en el vacío
como los zapatos de una niña
es escribir.
Escribir honesto, sin pulsar cada tecla imaginando la gáramond.

Confío, me prometo, me juro a mí mismo
que cuando se agote recogeré mis cosas y limpiamente diré adiós.
Por suerte la pequeña no deja de decirme que nada de esto tiene mucha importancia, aprendió pronto la diminuta doctrina.

3 comentarios:

Sonsoles dijo...

Escribir es escribir honesto

Pablo Gutiérrez dijo...

¿Seguro? ¿Seguro? ¿Siempre es así?

Sonsoles dijo...

Seguro, seguro, seguro, seguro, lo demás no es escribir, lo demás es juntar palabras para poder comer de ello o refocilarse en egos ;) De eso sí que están las librerías llenas, de eso sí que es fácil publicar, lamentablemente.