Noche de estreno del texto de tanto augurio.
Último objeto de la apoteosis:
una handycam enfoca
un terrario con tortuguitas.
En la pantalla sus figuras caminan
con sabia demora
como actores de kabuki.
Luz de sala y ovación,
los abrigos sobre el respaldo, plas-plas,
las sonrisas de alcance y simpatía,
todo tenía tanto significado.
El joven dramaturgo, conmovido,
se atreve a salir a escena,
trastabilla
y cae,
rompiéndose la crisma
contra el terrario.
La handycam,
olvidada en el suelo,
reproduce sus inertes pupilas,
que se cierran
como pequeños telones
de un teatro esférico y privado.
domingo, septiembre 30, 2007
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4 comentarios:
Me gustaría saber qué te ha llevado a escribir este pastelito amargo, con regusto a regaliz.
Bueno, yo me conformo con leerlo, imaginativo y negador. Estirar el chicle de la negación es de una complicación extrema y quiero estar aquí para ver cada ampliación.
Habría que explicarle al dramaturgo que es mejor no dejarse engañar por cualquier tiempo pasado (enlazando entradas). Que esté ojo avizor porque, a ratos, la luz de la sala se convierte en luz de gas y no queremos llegar rompernos la crisma tras ningún telón.
Que gire, y gire, y gire ese teatro lleno de azul y quinina.
Ay, puede con el renacimiento me esté abizcochando un tanto, pero la verdad es que venía a cuento de una película que vi este fin de semana y que me dejó con cara de no me entero de nada o más bien no sirvo para ver crecer la hierba.
Por lo demás, me gustaban los últimos versos.
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