Los ángeles colegiales
Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.
Alberti, Sobre los ángeles
Este poema tiene algo-algo que me desarma sobre la mesa y del que nunca me sale hablar en clase, aunque lo intento cada año porque es de mis favoritos y haya otros más intensos que me muerden tanto pero menos como
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
de Juan Ramón, aunque ahora que lo pienso no sé si menos.
martes, octubre 16, 2007
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3 comentarios:
(¿gritamos?)
¿De rabia, de pasmo, de pálpito y literatura? Conozco gritos de todas esas clases.
gritamos de lo que tú quieras, Pablo, pero gritamos, venga va.
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