lunes, abril 27, 2015


El sábado se publicó este artículo en Diario de Sevilla, Diario de Cádiz y algún otro. El lector de Ensimismada correspondencia (¿hubo alguno?) observará muchas similitudes con el relato titulado Razia. El cuento no termina, a veces la irritación es inmotivada, y otras veces tiene motivos sobrados.

Lorca vs. Queipo

La radio habla de Lorca. Durante unos minutos desaparecen los desfalcos, los naufragios y los embajadores llamados a consultas. Mágicamente afloraron unos documentos de 1965 en los que la policía franquista relata la detención y el asesinato del poeta, acusado de masonería, izquierdismo y homosexualidad. Casi como una excusa, el informe dice que Lorca confesó sus culpas.
El caso es bien conocido: previendo la tragedia, Lorca se había refugiado en casa de Luis Rosales, poeta y falangista, adonde fue a buscarlo Ramón Ruiz Alonso, que lo llevó al Gobierno Civil de Granada. El comandante Valdés dio la orden de su ejecución, no sin antes telefonear a Sevilla para obtener el consentimiento del general Gonzalo Queipo de Llano. Imaginamos a Valdés inseguro al tomar la decisión, sintiendo el pellizco de la Historia. Queipo, borracho o no esa noche, respondió a la llamada de Valdés con aquella frase infamante: “A ése dadle café, mucho café”, que contenía el acrónimo “Camaradas-Arriba-Falange-Española”. Para que se produjera el resto sólo hizo falta un camión, un verdugo, un disparo y una fosa excavada “a flor de tierra”, como dice poéticamente el informe recién descubierto.
Todo esto lo cuenta Gibson y lo cuentan otros, hay pocos episodios guerracivilescos mejor documentados, no es noticioso. Lo sorprendente es que todavía en 1965 el régimen sufriera ataques de mala conciencia, y se justificara a sí mismo con un texto redactado 29 años después de los sucesos. ¿No lo ven?, Lorca confesó, él mismo sabía que se lo merecía, viene a decir el informe. Mala conciencia y temor histórico. Como el temor del propio Ruiz Alonso, quien poco después de la muerte de Franco se fugó a Estados Unidos al sentir en la nuca el aliento de la democracia.
Conocer las cosas demasiado tarde te hace parecer un idiota, eres el último en enterarse. Provengo de una familia cofrade y tradicionalista, he vivido muchos años en Sevilla y sin embargo fue apenas hace cuatro o cinco que supe que la hermandad de San Gonzalo, fundada en 1942, tomó su nombre de Gonzalo Queipo de Llano, del mismo modo que la hermandad de Santa Genoveva fue llamada así para congraciarse con su esposa, Genoveva Martí. También sufrí por mi ignorancia cuando supe que Queipo yacía enterrado en la basílica de la Macarena, y que hasta hace un parpadeo la Virgen procesionaba con un fajín militar donado por el general. En Sevilla, Queipo fue considerado un prócer; prócer y latifundista que tomó sus tierras al asalto durante la conquista de la Baja Andalucía, en un ejercicio de feudalismo del que esta tierra nunca ha logrado desprenderse. También ha sido objeto de una abundante hagiografía, demente y desmemoriada, e incluso de ridículos poemas (Pemán). Uno de sus descendientes es diseñador de campos de golf; el punto que faltaba para cerrar el ciclo del esperpento.
Se habla de Lorca en la radio, y fue la radio el medio que Queipo utilizó para amenazar a las mujeres de los republicanos, contra quienes alentó la violación como arma de guerra. Santos Juliá (Víctimas de la Guerra Civil, 1999) cuenta que durante la toma de Sevilla fueron fusilados más de tres mil opositores, y que muchos de ellos fueron emasculados a cuchillo antes de recibir el tiro de gracia. Era el salvajismo medieval de quien conquistaba su feudo, el que no entendía y no leía a los poetas.
Lorca fue asesinado en el 36 dejando acabada una obra inmortal, la mejor de las suyas, La casa de Bernarda Alba. En una de las escenas finales, Angustias y Adela discuten acerca del anillo de pedida. Se trata de un anillo de perlas, y Adela dice que debería ser de diamantes, porque las perlas significan lágrimas. Angustias dice que las cosas no significan siempre lo mismo. Adela contesta que las cosas no cambian de significado por capricho.
Lorca y Queipo son dos fuerzas universales en combate continuo. Queipo, desde su tumba sacramentada, arrimadita al altar; Lorca, desde un agujero perdido o desde ninguna parte. No propongo que se remuevan los huesos de nadie, ya está Cervantes sufriendo necrofilia por nuestro fetichismo. He vivido durante siete años en una casa del Patronato que tenía en la puerta una placa con el yugo y las flechas, y ahí sigue esa placa en su sitio, tampoco estoy diciendo que nadie debiera arrancarla. Pero las cosas significan lo que significan, y la figura de Queipo al pie de la basílica es una profanación continua de la memoria, una ofensa contra los devotos que veneran allí a sus titulares. Como desagravio, propongo que un poeta joven suba al coro y lea desde allí ciertos versos: “Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo / por vena de coral o celeste desnudo”. Porque Lorca quiso y no pudo. Y porque en la biblioteca del instituto donde trabajo hay un hueco, como un fosa, donde faltan los libros que no pudo escribir, no le dejaron.

Pablo Gutiérrez

2 comentarios:

Paul Viejo dijo...

Hubo. Hubo algún lector.

Unknown dijo...

Hubo.Hubo alguna lectora.