El sábado se publicó este artículo en Diario de Sevilla, Diario de Cádiz y algún otro. El lector de Ensimismada correspondencia (¿hubo alguno?) observará muchas similitudes con el relato titulado Razia. El cuento no termina, a veces la irritación es inmotivada, y otras veces tiene motivos sobrados.
Lorca vs. Queipo
La radio habla de Lorca. Durante unos
minutos desaparecen los desfalcos, los naufragios y los embajadores
llamados a consultas. Mágicamente afloraron unos documentos de 1965
en los que la policía franquista relata la detención y el asesinato
del poeta, acusado de masonería, izquierdismo y homosexualidad. Casi
como una excusa, el informe dice que Lorca confesó sus culpas.
El caso es bien conocido: previendo la
tragedia, Lorca se había refugiado en casa de Luis Rosales, poeta y
falangista, adonde fue a buscarlo Ramón Ruiz Alonso, que lo llevó
al Gobierno Civil de Granada. El comandante Valdés dio la orden de
su ejecución, no sin antes telefonear a Sevilla para obtener el
consentimiento del general Gonzalo Queipo de Llano. Imaginamos a
Valdés inseguro al tomar la decisión, sintiendo el pellizco de la
Historia. Queipo, borracho o no esa noche, respondió a la llamada de
Valdés con aquella frase infamante: “A ése dadle café, mucho
café”, que contenía el acrónimo
“Camaradas-Arriba-Falange-Española”. Para que se produjera el
resto sólo hizo falta un camión, un verdugo, un disparo y una fosa
excavada “a flor de tierra”, como dice poéticamente el informe
recién descubierto.
Todo esto lo cuenta Gibson y lo
cuentan otros, hay pocos episodios guerracivilescos mejor
documentados, no es noticioso. Lo sorprendente es que todavía en
1965 el régimen sufriera ataques de mala conciencia, y se
justificara a sí mismo con un texto redactado 29 años después de
los sucesos. ¿No lo ven?, Lorca confesó, él mismo sabía que se lo
merecía, viene a decir el informe. Mala conciencia y temor
histórico. Como el temor del propio Ruiz Alonso, quien poco después
de la muerte de Franco se fugó a Estados Unidos al sentir en la nuca
el aliento de la democracia.
Conocer las cosas demasiado tarde te
hace parecer un idiota, eres el último en enterarse. Provengo de una
familia cofrade y tradicionalista, he vivido muchos años en Sevilla
y sin embargo fue apenas hace cuatro o cinco que supe que la
hermandad de San Gonzalo, fundada en 1942, tomó su nombre de Gonzalo
Queipo de Llano, del mismo modo que la hermandad de Santa Genoveva
fue llamada así para congraciarse con su esposa, Genoveva Martí.
También sufrí por mi ignorancia cuando supe que Queipo yacía
enterrado en la basílica de la Macarena, y que hasta hace un
parpadeo la Virgen procesionaba con un fajín militar donado por el
general. En Sevilla, Queipo fue considerado un prócer; prócer y
latifundista que tomó sus tierras al asalto durante la conquista de
la Baja Andalucía, en un ejercicio de feudalismo del que esta tierra
nunca ha logrado desprenderse. También ha sido objeto de una
abundante hagiografía, demente y desmemoriada, e incluso de
ridículos poemas (Pemán). Uno de sus descendientes es diseñador de
campos de golf; el punto que faltaba para cerrar el ciclo del
esperpento.
Se habla de Lorca en la radio, y fue
la radio el medio que Queipo utilizó para amenazar a las mujeres de
los republicanos, contra quienes alentó la violación como arma de
guerra. Santos Juliá (Víctimas de la Guerra Civil, 1999)
cuenta que durante la toma de Sevilla fueron fusilados más de tres
mil opositores, y que muchos de ellos fueron emasculados a cuchillo
antes de recibir el tiro de gracia. Era el salvajismo medieval de
quien conquistaba su feudo, el que no entendía y no leía a los
poetas.
Lorca fue asesinado en el 36 dejando
acabada una obra inmortal, la mejor de las suyas, La casa de
Bernarda Alba. En una de las escenas finales, Angustias y Adela
discuten acerca del anillo de pedida. Se trata de un anillo de
perlas, y Adela dice que debería ser de diamantes, porque las perlas
significan lágrimas. Angustias dice que las cosas no significan
siempre lo mismo. Adela contesta que las cosas no cambian de
significado por capricho.
Lorca y Queipo son dos fuerzas
universales en combate continuo. Queipo, desde su tumba sacramentada,
arrimadita al altar; Lorca, desde un agujero perdido o desde ninguna
parte. No propongo que se remuevan los huesos de nadie, ya está
Cervantes sufriendo necrofilia por nuestro fetichismo. He vivido
durante siete años en una casa del Patronato que tenía en la puerta
una placa con el yugo y las flechas, y ahí sigue esa placa en su
sitio, tampoco estoy diciendo que nadie debiera arrancarla. Pero las
cosas significan lo que significan, y la figura de Queipo al pie de
la basílica es una profanación continua de la memoria, una ofensa
contra los devotos que veneran allí a sus titulares. Como
desagravio, propongo que un poeta joven suba al coro y lea desde
allí ciertos versos: “Puede el hombre, si quiere, conducir su
deseo / por vena de coral o celeste desnudo”. Porque Lorca quiso y
no pudo. Y porque en la biblioteca del instituto donde trabajo hay un
hueco, como un fosa, donde faltan los libros que no pudo escribir, no
le dejaron.
Pablo Gutiérrez
2 comentarios:
Hubo. Hubo algún lector.
Hubo.Hubo alguna lectora.
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