Hay un pastor
que trashuma
en los bordes
de la A47.
Carga un transistor
en la mano,
y le siguen
treinta cabras flacas
y un perro ovejero.
Las cabras comen
patatas fritas,
filtros de cigarrillos,
cables y huellas de neumáticos.
El perro, las negras bolitas
que dejan las cabras a su paso.
Luego en el corral
las llama por su nombre
y las ordeña,
sacando de sus ubres
un producto amarillo
con el que prepara
quesos daneses
y yogures griegos
que saben a huellas de neumáticos,
patatas fritas,
y filtros de cigarrillos.
Su radio provoca interferencias en la mía.
Como hacemos todos los martes
el mismo trayecto,
he acabado saludándolo
desde mi berlina tdi.
Sucedió
hace un mes
que una de sus cabras
saltó el quitamiedos
para devorar un kleenex perfumado de eucalipto
que alguien distraídamente
había arrojado por la ventana.
Raudo, el perro comebolitas
fue en su busca,
logrando evitar que un opel omega
la triturase a ella,
pero no a él.
Como el de Áyax,
su cuerpo quedó exangüe
en el carril de adelantamiento.
Un mes, como el de Áyax,
permaneció el cadáver
sobre la alfombra gris de su triste holocausto.
En ese tiempo todas las veces
conseguí esquivarlo
al salir de una curva rasante –nnnnnnn-.
Pero hoy me he despistado
pensando en las minucias
que a veces me preocupan
sin poder evitar (en serio, no pude)
que dos de mis ruedas de quince pulgadas
estamparan bridgestone en el seco pellejo.
Ya en casa he creído volverme loco
al descubrir que sus rosados intestinos
se habían enredado como serpentinas
en las llantas de aleación
que aquel agente comercial
me consiguió a tan buen precio.
Conmocionado,
he rociado sus restos con aceite de motor
y les he prendido fuego,
como si mi tdi fuera un altar
de primitivos sacrificios
con guardabarros cromados,
tapicería beige
y volante de cuero.
Y luego
los bomberos con estruendo de parque de atracciones,
en un cajón de la cocina la póliza del seguro que late
como el corazón arrancado de un ciervo,
la explicación que mi mujercita
no va a creerse cuando vea en la acera
el círculo de espuma blanca
que me acusa.
domingo, noviembre 19, 2006
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12 comentarios:
Una duda tonta. ¿Los perros ovejeros cuidan cabras? ¿Hay perros cabreros? ¿Cuando un perro estudia para cuidar un rebaño, el título le sirve para cabras, ovejas y otros animales que andan en rebaños? En estos momentos es cuando echo de menos haber seguido siendo un hombre de campo.
Lo que el poema viene a decir es que: a un perro ovejero nunca le gustará cuidar de las ovejas. Qué no sirve de nada que se rasque la oreja, que se ponga el lapicillo detrás. respecto a las cabras, son indómitas, nadie las quiere cuidar, no por nada, es que no se dejan. La conclusión que podemos sacar es que no merece la pena esforzarse porque siempre puede aparecer un coche y atropellarnos, y ensuciar la muerte y la vida.
Enredemos. Como no tengo blog propio, mancho a veces el de los demás. Perdón por adelantado, Pablo.
En primer lugar, las escrituras y poemas de Pablo son las de alguien que vive derecho, está alerta y atento, y encuentra en el lenguaje un medio de conocerse, de conocer y de dejar ahí ese conocimiento, por si a alguien le sirve. Su idea es escribir "limpiamente, sin tachones" y en ese sentido están fuera de la posibilidad de ser juzgados desde el lenguaje. No se queda sentado con la cabeza entre las piernas: se levantó a hacer su camino. A los que nos agradan, venimos, aprendemos, vemos las estupendas fotos y salimos tan contentos (o dejamos cualquier sinsustanciada).
De reflexión lingüística hay lo mínimo, pero sí hay pensamiento y muchas conclusiones. Que van más allá de la que tú, Reb, destacas.
En segundo lugar. ¿Que no merece la pena esforzarnos? Ufff! ¿La cabeza entre las piernas esperando nada? Ufff! Ufff!
La verdad es que creo en ese esfuerzo aunque desconozco el motivo. Mira, el 11 de febrero de 2005, viernes, el cirujano cardiovascular dejó mi operación para la última porque era complicada y larga (y, me lo había advertido y lo sabíamos todos, en esa operación a veces (hoy en día, pocas) se muere y conviene dejar el muerto para el final).
Tenía que haber sido al mediodía, pero vino a avisarme, con su bata verde, de que se retrasaría hasta la noche. Me quedé rodeado por la guardia pretoriana del cariño, sin comer ni beber nada. No venía al caso hablar del Atlético Madrid o del tráfico, y menos todavía sentimentalizar. Si pasaba algo, ya estaba dicho todo antes. Así que me quedé en la cama sentado a lo Buda y aproveché el retraso para intentar terminar "El maestro de San Petersburgo" de Coetzee, sin conversar apenas con nadie.
Para quien como yo no espera encontrar nada después, ¿qué sentido tiene ese esfuerzo de terminar ese libro? Quizá mantener esa tensión magnífica que permite estar tan vivo y te lleva a terminar lo empezado cuando se puede. ¿Que de qué vale? No sé, ayer domingo, en el cumpleaños de mi sobrina editora, brindó, muy sinceramente, "por tu esfuerzo de mantener la vida en movimiento por tus venas, por el calor que de esa sangre llega a mi vida y por la rigidez con la que siempre has ayudado a evitar que fuera imbécil" (cita textual). ¿Vale el esfuerzo? ¿O no vale?
El modo de la muerte no ensucia la vida. NUNCA. El modo de vida lo puede ensuciar todo.
Roberto Bolaño cuenta emocionado que su amigo Mario Santiago (enorme poeta, "expulsado", je, je, de Austria y de más sitios) fue atropellado en una madrugada de México DF y dice: "El coche se dio a la fuga y Mario se dio a la muerte".
Nada quedó manchado en el poeta ni en el hombre vencido por el metal. Con el nombre de Ulises Lima, quedó inmortalizado en "Los detectives salvajes". Como Mario Santiago, vive en sus poemas: limpio y resplandeciente. SIEMPRE se esforzó en lo suyo.
Dulce Reb, no te niegues al esfuerzo. No todavía.
La verdad es que yo siempre he sido así, de poco esfuerzo. La vida me da pereza. Nací sentado (quizá por eso leo, es una posición cómoda). Si me metiera a perro ovejero me darían el finiquito a los dos días.
No te apures que seguro que Dulcereb, más que al esfuerzo, se niega a ordeñar cabras, nán. Te iba a cambiar un cromo: tu historia por el viejo poema de Kavafis de las singladuras, los lotófagos y demás; pero ahora me parece un anuncio de BMW. De manera que me quedo con tu historia sin nada a cambio. Me lo permites, ¿verdad? Gracias por ver en lo que escribo cosas que no puse.
Te regalo esa y, de promoción, una en la que era niño y me había perdido y me gustaba y me oculté cuando vi acercarse a mi padre. Si los adolescentes son tiranos, los niños son asesinos.
Y a cambio me quedo con las cosas que veo en tus escritos y aprendo aunque tú jures que no las pusiste.
Ah, Kavafis, ¿vas recogiendo sabiduría para llegar rico a tu destino?
No me niego al esfuerzo, lo que pasa es que en los blogs no siempre sale mi vena intelectual. Porque no siempre es acertado un comentario erudito y empiezo a estar cansada de tener que leerlo todo entre líneas. No lo digo por ti, Pablo. (Muy bueno lo de las cabras) Respecto a la historia del hospital, me parece impresionante. Lo de recoger a kavafis para llegar sabio a la muerte, creo que la cuestión no está en Kavafis, está en la reflexión sobre Kavafis, o más bien, en la reflexión en sí. Y ¿de qué sirve leer a kavafis si uno acaba haciendo y diciendo las tonterías de alguien que no ha conocido a Kavafis?
¿Ves, Nán, cómo tú también das palmaditas cuando te siguen el rollo?
Aguda, ¿no?
Contesta tú mismo, Pablo, que habrá que dar tu respuesta por válida. Así es como funciona esto: nos vamos dejandos solos unos a otros constantemente y cada uno "apechuga" con las respuestas que se fabrica, porque si las de los otros le valieran no les habría dejado solos. ¿No?
Aquí estoy otra vez desde las 4 y pico tras haber leído buena parte de lo que no debería pasar por el mundo. Y una página de un artista fluxus francés que visito bastante (te la dejo, que está bien: _http://www.ben-vautier.com/) y que en uno de sus vínculos en el que me he visto obligado a clicar, "les rumeurs", dice:
Les rumeurs sont des œuvres d'art que l'on glisse d'oreille en oreille.
Y abajo dice:
LA RUMEUR COURT
que le net est sous super surveillance
que si vous deplaisait au pouvoir dominant
7 plaintes anoymes débarquent du ciel et on vous coupe votre newsletter
Y más abajo dice:
LE MONDE DEVIENT DANGEREUX
Así que me voy a lugares más al sol (como tú me aconsejaste), porque el mundo se está volviendo peligroso para otros por mi causa y prefiero dejarles tranquilitos. Pasaré por aquí a ver esos verdes de vez en cuando. Y te haré saber que he estado.
Lo del arroz con cilantro es un camino que queda permanentemente abierto, chaval.
Y si no, tal como van las cosas que de a poco podrás llegar con la tabla a Sevilla. Así que algo más de Co2 y lo mismo te plantas con la ola buena en Madrid, que por aquí conozco unos sitios de morirte.
Esperando el deshielo de los glaciares, en amplios sentidos,
P
no sabes lo relajaos que nos hemos quedado todos.
Y es que lo que no se puede no se puede y además es imposible.
Lo de los otros glaciares... mejor no te compres casa en primera línea de playa.
Solo por si te interesa, esta página creada sobre todo por jóvenes científicos (menos yo claro). Bueno, más que una página somos un grupo hecho y derecho, unas 15 personas.
Ahora ninguna de las traducciones es mía. Cuando traduzco, no firmo. Pero si la traducción es mala, no es mía. Si es buena puede ser de otro o mía (para qué voy a ir ocultando las pocas cosas que hago bien, a estas alturas del dehielo).
Además de alto nivel científico (jóvenes, pero cañeros), muy Barrio Obrero y anticapi.
_globalizate.org (sin el guión bajo del principio).
No te dice cuándo hay olas, pero te permite adivinar cuándo es mejor que te vayas con la tabla a las playas de París, a la orilla del Gran Mediterráneo.
¿Te imaginas? Haciendo snaps debajo del ojo de un puente del Sena... Admito que para el medioambiente y los puestecillos de libros de viejo sería un fastidio, pero lo cierto es que con un poco de insensibilidad se puede sacar provecho de casi todo.
Gracias por la dirección, yo también me globalizo, sobre todo en navidad con tanta reunión familiar, que es que no terminas de comer y ya estás merendando.
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