Todas las cosas de las que prescindo
arrastran lo más nocivo de mí
y me lavan la cara
con dedos invisibles.
De tanto me desprendo
que en ocasiones debo
lastrarme los pies
si quiero mirar a los ojos
a la que duerme conmigo.
Pero ocurre que lo que pierdo,
lo que dejo que pase sobre mí
sin dejar apenas un residuo,
en ocasiones se resiste
y trata de colgar algún anzuelo
de pastosa sensiblería
en mis cabellos.
lunes, noviembre 27, 2006
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4 comentarios:
¿Es una batalla atroz, o son suficientes los brillantes colores del paraguas?
Pelean duro, no creas, a fuerza de postres caseros, mantas en el sofá, sobrinos encantadores y suplementos dominicales.
En el fondo es Santander.
Certera, reb.
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