Acabo de llegar de la editorial (me ha dado tiempo a contestar al teléfono tres veces, a liarme un cigarrillo, a comprar comida medianamente suculenta en el chino de la esquina, y a cambiar mis leotardos negros por los pantalones del pijama).
Tengo dos entregas para el lunes. Muy gordas. Y, además, compromisos literarios a los que he dicho torpe y entusiastamente que sí. Dos textos míos que aún no existen (¡también para el lunes!).
Este escritorio esquinado va a acompañarme el resto de las horas, igual que los fines de semana anteriores.
Entiende que te odie, lo suficientemente azul.
Hierve el agua para la sopa. Te dejo ahí, a lo tuyo, mojándote.
Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creados sea
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
1 comentario:
Son las 22:15.
Acabo de llegar de la editorial (me ha dado tiempo a contestar al teléfono tres veces, a liarme un cigarrillo, a comprar comida medianamente suculenta en el chino de la esquina, y a cambiar mis leotardos negros por los pantalones del pijama).
Tengo dos entregas para el lunes. Muy gordas. Y, además, compromisos literarios a los que he dicho torpe y entusiastamente que sí. Dos textos míos que aún no existen (¡también para el lunes!).
Este escritorio esquinado va a acompañarme el resto de las horas, igual que los fines de semana anteriores.
Entiende que te odie, lo suficientemente azul.
Hierve el agua para la sopa. Te dejo ahí, a lo tuyo, mojándote.
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