domingo, noviembre 12, 2006

Chinaman's Cove



En 1978 el último modelo era el renault 4, las camisas elegantes eran de cachemir, el viejo estilo era la psicodelia, el pan se llenaba de chocolate, los reclutas ocupaban los últimos asientos del autobús y sólo Gerry López seguía llevando bigote.
En 1978 se viajaba en talgo, la pepsi era más dulce que la cocacola, los mejores vaqueros eran Lois y el cacaolat sabía a corcho.
En 1978 mis padres se eforzaban por explicarles a mis hermanos que no podíamos adoptar a aquel pato tuerto del Parque de las Palomas, aunque fuera verdad que cada domingo nos reconocía y que siempre prefería nuestros gusanitos a los de los otros niños. En casa se jugaba al tente y a los mádelmans, se leía a Enyd Blyton y a Puck, se tomaba redoxón y clamoxil, y se guardaban las chapas de las botellas para hacer carreras ciclistas por el pasillo.
En 1978 nací yo, cerca del mar. Pero en el trastero sólo se guardaban sombrillas, hamacas, palitas y cubos. ¿Qué diablos hacía, entonces, el número de octubre de Surfing Magazine en mi casa? ¿Quién lo había traído? ¿Dónde lo había comprado? No es el tipo de revista que daban con el ABC los domingos. ¿Se lió alguna de mis hermanas mayores con un marine de la base de Rota? ¿Enceraba mi padre, acaso, un single fin a escondidas mientras los demás dormíamos la siesta?

Cuando era un mocoso la encontré en el fondo de un cajón en el que se guardaba la ropa de invierno. Nadie supo decirme de dónde había salido. La puse entre dos álbumes de Astérix para que no se arrugara. Me pasaba horas mirando las fotografías de esos tipos delgaduchos que se peinaban los rizos con el labio de unas olas que a mí me doblaban la altura. En un Atlas busqué Guam, Samoa, Baja, Duranbah, Puerto Rico, y gasté el diccionario de inglés tratando de traducir tubular sections, carving, snap, wedge.

Hoy todavía la conservo. Y no me importa que se haya desencuadernado, ni que las fotografías hayan perdido el brillo, ni que haya páginas que casi no pueden leerse. Sigo embobándome con las maniobras de tipos como Mark Richards, Tom Barca y Bruce Raymond a bordo de tablas gruesas, picudas y horteras, y me convenzo de que los surfistas de antes estaban hechos de otra materia, tal vez porque a nosotros, pequeños hombrecitos del XXI, nos dieron demasiados mimos, demasiado calcio y muy poco yodo. Somos todos unos paipos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no sabía esas curiosidades delos 70, sobre todo del 78.no creo que fueran de otra madera sino que las circunstancias nos han hecho asi, para bien o para mal, por lo que digo que somos iguales o mejores, lo único es uq e hay que tener GANAS.