lunes, noviembre 27, 2006

Todas las cosas de las que prescindo
arrastran lo más nocivo de mí
y me lavan la cara
con dedos invisibles.
De tanto me desprendo
que en ocasiones debo
lastrarme los pies
si quiero mirar a los ojos
a la que duerme conmigo.

Pero ocurre que lo que pierdo,
lo que dejo que pase sobre mí
sin dejar apenas un residuo,
en ocasiones se resiste
y trata de colgar algún anzuelo
de pastosa sensiblería
en mis cabellos.

4 comentarios:

Lara dijo...

¿Es una batalla atroz, o son suficientes los brillantes colores del paraguas?

Pablo Gutiérrez dijo...

Pelean duro, no creas, a fuerza de postres caseros, mantas en el sofá, sobrinos encantadores y suplementos dominicales.

Reb dijo...

En el fondo es Santander.

Pablo Gutiérrez dijo...

Certera, reb.