jueves, noviembre 16, 2006

Detrás de las ventanas
los automóviles.
En ninguno de ellos
tú hacia mí.

6 comentarios:

Lara dijo...

Un acceso parco de dulzura o de ansia negada, del respirado que espera. Qué raro. Aunque igual me dices que el que mira por el cristal se alivia todo el rato de que ningún coche con ella dentro se estrelle sobre el portal de su casa.

Pablo Gutiérrez dijo...

Una amiga me dijo una vez: "no sé por qué te sale tan oscurito todo lo que escribes". ¿También lo piensas, entonces?

Lara dijo...

Lo que tú escribes no me cabe ni de coña en la palabra "oscurito" y menos en esta ventanita.
No me refería a eso, de todos modos. Decir "tú hacia mí" también puede ser oscurito. Creo que me refería a que nunca vi un poema de amor desesperado (igual cuando éramos pequeños, pero es que éramos muy pequeños), o perdón, sí desesperado pero nunca sin el aliento homicida de los sarcasmos más puros y rechinantes. Esa capacidad de espejo caricaturesco.

Y no digo, tampoco, que hables aquí de amor.

Pablo Gutiérrez dijo...

Sólo faltaba. Roma, a mi edad.

Lara dijo...

Hablando de palíndromos. Roma es una brutalidad que imagino que conoces, porque si no la conoces revende tu hipoteca y hazte con alguna de sus colinas.

Bicho dijo...

Pues habrá que joderse (con perdón).