martes, noviembre 28, 2006


Dos días antes de las vacaciones de navidad, Ulisesindómito contrajo varicela. Pasó una semana envuelto en polvos de talco, como un bebé gigante, delirando y rascándose. Masticaba bobadas sobre señores que venían a decirle sostén esto, no te muevas, y mariposas descomunales como sábanas meadas que no pueden levantar el vuelo porque el aspersor del jardín les roció las alas. De madrugada llamaron a un médico bisoño que le inyectó antibióticos y lo sumergió en una bañera de agua helada.
A la mañana siguiente, a Ulisesindómito le había bajado la fiebre, y su mamá, aliviada, le preguntó qué quieres de reyes, hijo. Sin dudarlo, Ulisesindómito contestó: un libro de Neruda, uno cualquiera. La mamá se rió y dijo claro.
Ulisesindómito, que en mayo cumplirá quince años, ha decidido cambiar de vida. Dejará el equipo de fútbol. Y los scouts, que ahora le parecen una secta de soldaditos diminutos. No volverá a la parroquia. Se borrará de las clases de inglés. Quiere leer, en cambio. Quiere leer libros buenos, de ésos que sería sorprendente que un chico de quince años leyera. Y escribir, tal vez, o aprender a dibujar en serio. Romperá, y eso sí es una decisión firme, el carné del polideportivo.
Abotargado por los aguijones del virus, Ulisesindómito descubre que ama a Lindalovelace, la compañerita que se sienta justo delante y de la que sólo conoce los rizos dorados que a veces tiene que apartar para pasar la páginas del libro de historia. Al mismo tiempo, descubre por azar que en un canal local emiten porno en abierto a partir de las diez, cien veces la misma película.
La noche de reyes, se acuesta pensando en que se despertará con un libro de Neruda a los pies de su cama. Imagina que lo abre, lee los primeros versos, anota diez palabras que le gustan y se propone escribir con ellas su primer poema. Un poema que el lunes deslizará dentro de la cartera de Lindalovelace cuando todos salgan con estrépito al recreo y él se detenga a ordenar sus cosas como nunca hace para ganar tiempo. Amanece, y Ulisesindómito ni siquiera necesita abrir los ojos porque ese día ya ha transcurrido en su cabeza. Escucha voces y pasos en el comedor. Huele a café y a chocolate. Se despereza. Busca las zapatillas y encuentra junto a ellas una bolsa de caramelos de goma, una caja enorme y, reluciente dentro de su envoltorio, un ejemplar de Pro Evolution Soccer 9, la nueva edición. Agradece el regalo con besos ligeros, toma una ducha, cierra la puerta de su habitación y mira por la ventana hasta la hora de comer.

3 comentarios:

Lara dijo...

He tenido que buscar en el google qué coño era Pro Evolution Soccer 9. He encontrado el 5, era suficiente. Buen golpe.

Pablo Gutiérrez dijo...

Suficiente. Dije 9 porque es un relato futurista. Tanta literatura ciega tus referencias mundanas... Pero claro, mis chicos ahorran cada temporada para comprarse la nueva versión.

NáN dijo...

Porque la poesía es para el que la necesita. Y era lo que él más necesitaba. Para enamorar a su lindalovelace.

Ese chico podrá tener muchas mujeres o muchos hombres a lo largo de su vida, pero la falta de atención de sus padres le ha privado del único amor real que se le había destinado en la vida.

Estate atento, Pablo, que puede estar en tu clase y quizá seas tú el único que pueda enderezar el asunto.

No nos vengas luego quejándote de que nunca tuviste, a tus quince años, el libro de Neruda, cualquier libro de Neruda, que necesitabas.

(me encantó, como ves).